Los cuerpos y los sujetos, en el absurdo desencuentro occidental

AutorMaría Luisa Quintero Soto/Carlos Fonseca Hernández
Páginas239-248
[239]
JORGE GÓMEZ MANCERA*
Los cuerpos y los sujetos,
en el absurdo desencuentro occidental
EL CUERPO ES AQUEL que nos da la oportunidad de ser y estar
en el mundo, pero hemos olvidado que somos cuerpo.
Antes que ser pensados, representados o imaginados, el cuerpo
es solo cuerpo; quizá ni podríamos decir que somos cuerpo, por-
que eso sería ya una representación del mismo. El olvido del
cuerpo es el elemento que desdibuja a la corporeidad que justo
intenta seguir siendo a pesar de las exigencias de representación social,
que lo obligan a ceñirse a comportamientos que lo sobrepasan,
lo limitan, lo empequeñecen, lo engrandecen o lo matan.
El cuerpo una vez representado, deja de ser ese que existe por
el simple hecho de aparecer en la faz terrestre. La representación
que se hace del cuerpo, substituye al cuerpo mismo, tal como
Hegel lo expuso en su pensamiento –“Fenomenología del espíri-
tu”–: el cuerpo deja de ser sustancia para ser un cuerpo revelado
por el discurso; o para decirlo en términos hegelianos, el Ser, es
revelado por el discurso. Es decir, una vez que este cuerpo se nombra
a sí mismo como ser, como sujeto o como individuo; pasa a formar
parte de otra cosa que no será jamás el ser en sí mismo (la sustan-
cia, el cuerpo, etcétera).
Ahí nace –considero yo– justo la subjetividad, esa que se ha
apartado del cuerpo mismo y se ha apartado de la sustancia. ¿Pero
cuándo sucede esto? ¿Cuándo la sustancia-cuerpo pasa a ser el
ser revelado? ¿Cuándo la sustancia-cuerpo pasa a ser una subje-
tividad? Esto sucede, cuando ese cuerpo ha adquirido la palabra
* Profesor-investigador del Área Académica de Psicología de la UAEH.

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