Cubre Fidel a La Habana

AutorRoberto Zamarripa

ENVIADO

LA HABANA.- Una enorme fotografía del Comandante Fidel Castro mirando al cielo en la montaña, impresa en lona, está extendida en un pedazo de la Plaza de la Revolución. Un puñado de personas terminan de estirarla, tirando de las esquinas del tremendo retrato puesto al piso.

Al fondo un muchacho robusto, de cachucha, cara infantil, mueve su brazo derecho. A la distancia parece enyesado; en realidad tiene enredadas decenas de metros de cordel blanco que será usado para descolgar el monumental retrato sobre la fachada de la Biblioteca Nacional, ubicada al costado derecho del Memorial a José Martí.

"Bueno, trajimos 400 metros de soga", dice, como si contara salchichas, Glenvis Fonseca, nativo de Granma y el responsable del cordel. "Somos la Brigada Especializad en Montaje y Andamios", expresa con toda pompa.

"Nos encontramos aquí orgullosos y tristes. Nuestra misión es colocar esta fotografía del Comandante en Jefe cuando estaba en la Sierra acá en la Biblioteca Nacional. Hay que ponerle las sogas por todos los lados y en dos horas, listo, allá estará", explica.

- ¿Cuánto mide la fotografía?

- No sabemos. El que sabe ese tipo de información es el representante de la Brigada. Él sabe la medida de la foto.

Es enorme. Unos 30 metros, quizás.

Enfrente, al costado del Memorial a Martí, un ingeniero agrónomo dirige a otra Brigada, la responsable de colocar las vallas blancas que ordenarán la hilera de duelo masivo que se formará hoy desde la madrugada para despedirse de Castro.

Un grupo hace mezcla de cemento, otro hace hoyos sin reparo en el pavimento; otros colocan los postes metálicos en esos hoyos. Un grupo más de gente arriba de los 60 años, estos sí uniformados de azul, mueven postes y barras para fijarlas horizontalmente.

Al que se le pregunte imagina para este lunes y mañana una multitud en esta Plaza. Y a su modo hacen lo que pueden para alistar esas vallas que, a pesar del empeño, parecen frágiles en la inmensidad de la explanada.

Jorge González, de 62 años, observa. Es jefe de propaganda nacional del Comité Central del Partido Comunista.

"El Comandante significa dignidad; nos enseñó cómo deberíamos ser. Nacionalismo, sacrificio, trabajo, lealtad. Fue un padre para todos nosotros", dice en medio de la escandalera de martillazos, movimiento de camiones, máquinas que perforan el pavimento, gritos.

"De su muerte nos enteramos en la madrugada. Fue muy doloroso; al principio no reaccionábamos; no lo creíamos. Pero fue tanto que lo...

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