Hasta con la cubeta

AutorAlejandro Alvarado

Fue cuando trabajaba en una obra de albañilería que Jorge Alejandro tuvo la curiosidad de tomar una manguera que se encontró en el suelo, mugrosa y sin dueño, y soplar por una de sus bocas consiguiendo un sonido extraño que se asemejaba un poco a las tubas que suenan en bandas que le gusta escuchar.

Jorge Alejandro Salcedo, de 14 años de edad, decidió llevársela a su casa y meterle ingenio e imaginación: al otro extremo de la manguera unió con cinta adhesiva una boca de garrafón con la que consiguió hacer un sonido más fuerte y parecido al de este instrumento cuya tesitura corresponde a la del contrabajo.

No perdió la oportunidad, ese instrumento construido con objetos reciclados dio pie a que su hermano y cuatro amigos más del barrio, allá en Lomas del Paraíso, se inspiraran y construyeran más tubas para acompañarlo en esos ensayos autodidactas; luego crearon tarolas con algunas cubetas y después trombones con más botellas de plástico.

Desde hace dos meses el grupo de niños tiene su propia banda, "Los Recicleishon", y su escenario son las calles del Centro Histórico de Guadalajara donde la gente no tarda en rodearlos para escucharlos tocar aquellas canciones de bandas famosas como la que corea: "¡qué chulo amanecí, qué chulo amanecí", reír con ellos y hasta tomarse la foto.

"No venimos diario, en veces, tres o cuatro veces por semana. Los policías nos dicen que no toquemos, no nos dejan tocar, pero ya tenemos dos meses así, al principio sí nos dio pena, pero después no, les dije (a mis compañeros): '¿quieren ganar dinero?, toquen bien, que no les dé vergüenza, así con vergüenza no vamos a llegar a nada'", dice Jorge Alejandro.

Su hermano, Jesús Eduardo, tiene menos de 10 años de edad y es el más estimado por el público. Apenas pasa al frente de la banda y empieza a cantar con su voz chillona y a brincar un pasito aquí y otro por allá, y pronto el público toma ambiente, lo graba con su celular y pone unos pesos en gorras que tiene la banda.

"Venimos a tocar para que la gente nos vea, para que la gente drogadicta, niños que nomás andan robando o drogándose, nosotros les damos un buen ejemplo de qué hacer, mejor la música", dice Ulises Orlando Chávez, de 12 años de edad, quien empezó en la banda como "chícharo", o cargador, y ahora se hace cargo de una tuba de manguera verde.

Algunos comerciantes del Centro se molestan con los niños, y es que dicen, pierden clientela. Son ellos quienes llaman a los policías y estos retiran a "Los...

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