Cuatro ángulos de la perfección

AutorErnesto R. Lanz

En muchos sentidos, Suiza es un país que despierta los más variados clichés: imágenes de paisajes majestuosos con montañas que se repiten invertidas en los espejos durmientes de los lagos. Hay quienes la relacionan con castillos medievales y una destacada herencia cultural, mezcla francesa, alemana e italiana, mientras que otros la asocian con chocolates, relojes y navajas multiusos.

Cualesquiera que sean las ideas con las que se vincule a Suiza, éstas se ampliarán notablemente cuando la recorras en tren.

Se trata de un país esencialmente progresista que se mantiene al margen de conflictos internacionales, ya que desde hace décadas es políticamente neutral.

Esta postura ha dado como resultado que actualmente concentre gran parte del dinero de la banca mundial.

Suiza abarca contrastes provenientes de todo un continente dentro de los límites de un solo país. Es una nación multicultural, situada en el núcleo mismo de Europa. Sus fronteras colindan con Alemania, Francia, Italia, Austria y el principado de Liechtenstein.

El trayecto

Desde el aeropuerto intercontinental de Zurich-Kloten tomamos el primer tren con destino a la Terminal Hauptbahnhof, situada en el corazón de Zurich, en la Bahnhofplatz, que quiere decir "la plaza de la estación de ferrocarril".

Al llegar aún no estábamos seguros de las ciudades que visitaríamos, por lo que optamos por comprar un "Flexi Pass".

El boleto, como su nombre lo dice, permite tener una ruta flexible y un número ilimitado de viajes en todo el conjunto de la red ferroviaria, de carreteras y de navegación del Swiss Travel System, durante 3, 4, 5 y 6 días dentro de un periodo de hasta un mes.

Viajamos libremente y la ruta la decidimos sobre la marcha. Así fuimos descubriendo y gozando de las bondades de cada lugar.

Durante días fuimos intercalando las paradas y los trayectos. Por momentos pegados a las ventanas del tren, viendo cómo se estiraban en línea horizontal los poblados y la naturaleza; observando cómo el panorama se alargaba frente a nosotros como un interminable escenario de montañas, flores y nubes cambiantes. Así fuimos fotografiando villas que parecían salidas de algún video clip de música lounge o bien de un cuento para niños con casas uniformadas y envueltas en una atmósfera utópica.

Zurich

Aprovechando la residencia de un familiar en esta ciudad, recorrimos lo mejor de ella con él. Visitamos la Catedral, pues deseaba ver en vivo los vitrales multicolores de Marc Chagall. Deambulamos por la calle...

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