El Cuaderno Verde / El misterio de los memoriosos

AutorJosé Gordon

Entre 1920 y 1950, el neurofisiólogo ruso A.R. Luria realizó una profunda investigación sobre un hombre al que nunca se le olvidaba nada. Se trataba de un reportero llamado Solomon-Veniaminovich Shereshevskii. Luria entró en contacto con esta memoria prodigiosa a través del director de un periódico que notó algo inusual en su colaborador:

Mientras que los demás periodistas apuntaban notas con las órdenes del día (nombres, teléfonos, direcciones, temas y ángulos de investigación), este hombre no tenía necesidad de escribir nada. Una vez que se le decía algo, ya no se le borraba de la mente. Él pensaba que esto no era algo fuera de lo común. Se sorprendió cuando notó el interés que empezó a despertar: "¿Acaso no todos recordamos todo?".

Hay cerebros en los que caben más mundos de los que podríamos imaginar. El problema en estos casos, como nos dice Borges en el relato Funes el memorioso, es cómo olvidar. Bien lo debió de haber sabido el escritor argentino. Su memoria era fuera de serie. Cuando en 1981 recibió en México el Premio Ollin Yoliztli, el poeta agradeció el reconocimiento y recordó los versos de Suave Patria, de Ramón López Velarde. Sus ojos miraban sin mirar. A pesar de la ceguera parecía leerlos desde unas páginas ocultas en el interior de su mente.

Si los sueños nos revelan quiénes somos, habría que consignar que a los ochenta años, Borges soñó con un hombre sin cara que le ofreció la memoria de Shakespeare. En la memoria de Borges se daban cita los clásicos griegos, los filósofos ingleses y alemanes, las historias del mundo oriental, las inquietudes de los matemáticos modernos, las voces que compendian los más diversos saberes.

Ernesto de la Peña

Esta pasión por el conocimiento marca también a uno de nuestros grandes memoriosos mexicanos. Al celebrar los ochenta años de Ernesto de la Peña me pregunto cuáles son las memorias que le promete el hombre sin cara. El hilo conductor que marca la vida y la obra de Ernesto de la Peña es una curiosidad de relojero por las palabras y las cosas, por los movimientos de la música y el espíritu humano en todas sus formas. Ernesto es un Mozart de las diferentes claves y ritmos de los libros sagrados -y en ello incluye a la poesía-, los estudia como un paciente erudito del Talmud.

La felicidad de la biblioteca universal dentro de la piel, es que permite cruzar y entrecruzar con fluidez referencias imposibles que provienen de las más...

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