El Cuaderno Verde / La mano del fuego

AutorJosé Gordon

En una de las escenas más inquietantes que interpreta la hermosa actriz Charlotte Rampling, un hombre pasa sus manos por encima de su cuerpo desnudo. Ni siquiera la toca. Ella se estremece profundamente. Este hombre, llamado Giordano Bruno, tiene tratos con el fuego de la imaginación y el deseo. Esta es una de las pocas estampas memorables de la cinta producida por Carlo Ponti en torno al filósofo renacentista italiano.

En el libro más reciente de Alberto Ruy Sánchez volvemos a ver a la mano invisible del erotismo. Estamos en otro contexto: el de la sensualidad del mundo árabe, pero igual aparece la presencia de las corrientes más sutiles del deseo como se puede apreciar en la siguiente imagen:

Esta historia corrió por boca de todos como agua de lluvia en las calles. Dicen que a aquel hombre sonámbulo le brillaba en la oscuridad la mano que le habían cortado y con ella tocaba a las mujeres como nadie puede tocar a otra persona: a fondo, metiéndose en lo invisible, moviendo y conmoviendo hasta sus ideas.

El juego del arte nos permite ver lo que todos hemos visto sin necesidad de los ojos: las fuerzas magnéticas del erotismo, de la pasión y de los celos crean una geometría oculta, pero a la vez exacta. Así como existen avenidas por donde circulamos en la vida externa, hay novelas que nos internan en callejones de corrientes, pulsiones y deseos que podemos reconocer como si se tratara de un mundo objetivo.

De ahí que, por ejemplo, los grandes caricaturistas puedan apreciar la vanidad que un político trata de ocultar con formas cuidadas y estudiadas. Sin embargo, siempre hay un gesto que revela lo invisible. Lo interesante es la complicidad que se crea entre el cartonista y su público: todos hemos visto ese rasgo que supuestamente no se ve.

Tocar con las palabras

En el libro La mano del fuego (Alfaguara, 2007), Ruy Sánchez relata uno de esos momentos en los que la conciencia colectiva entra en comunión. Eso le ocurre a su personaje, que también es escritor, cuando le toca leer uno de sus cuentos en el festival literario de Berlín. Podemos imaginar un escenario en donde las palabras se vuelven manos que brillan en la oscuridad. Ruy Sánchez narra con humor y gracia:

"Sentí una especie de oleaje venir del público hacia mí conforme iba avanzando en la lectura. Nunca supe exactamente cómo comenzó pero de pronto me...

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