EL CUADERNO VERDE / La belleza imperfecta

AutorJosé Gordon

Una de las facetas más inquietantes de la película Crash, de David Cronenberg (1996), es ver cómo una mujer y un hombre que tienen una gran belleza se generan heridas para sentir que están vivos, que sus cuerpos tienen cicatrices que interrumpen el tedio y el aburrimiento de lo gélidamente perfecto. Él raya el metal de su impecable y lujoso automóvil para extender la cicatriz a todos los cuerpos perfectos que lo rodean.

El problema de la perfección y la falta de emoción se plantea en todo tipo de esferas. En el terreno del arte es un problema que confrontan virtuosos como el chelista Yo-Yo Ma. En una conversación que sostuvo con David Bloom (The New Yorker, 1989) plantea que a los 19 años había alcanzado un nivel de preparación difícil de igualar. Conocía por dentro y por fuera los secretos de la música que interpretaba. Sin embargo, algo no encajaba:

"Estaba sentado en el concierto, tocando todas las notas correctamente, cuando me empecé a preguntar: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es lo que está en juego? Nada. No tan solo el público está aburrido, yo también estoy aburrido. La perfección no es muy expresiva."

En el libro Imagina. Cómo funciona la creatividad (2012) Johna Lehrer señala que el tedio de una interpretación impecable le enseñó a Yo-Yo Ma que hay una especie de concesiones que se tienen que dar entre la perfección y la capacidad comunicativa. Dice el chelista: "Si nada más estás preocupado de no cometer un error, entonces no comunicarás nada. Se pierde el sentido de hacer música que es hacer que la gente sienta algo".

Mi amigo, el novelista Mauricio Molina, quien recién acaba de publicar una antología de sus textos en el libro La trama secreta (FCE, 2012) lo tiene muy claro: la materia prima de un relato no son las palabras, son las emociones. Por supuesto que se tiene que dominar el arte del lenguaje, pero cuando se olvida la esencia comunicativa ocurre lo que en alguna ocasión me señaló Amos Oz: hay escritores que asombran con su erudición y conocimientos, con los arabescos literarios que crean, pero nos dejan fríos porque no se atreven a explorar el jugoso drama, misterio, dolor y alegría de la vida.

Para ello se requiere mantener...

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