Cuaderno de un náufrago

(Embargada para sitios en internet hasta las 24 horas locales)Fierro, caballo y hombreJuan José RodríguezEL UNIVERSALDe las figuras históricas de la Revolución Mexicana, una de las más polémicas y emblemáticas es la de un sinaloense que aún mantiene su leyenda maléfica.Me refiero al coronel Rodolfo Fierro, hombre de confianza de Francisco Villa, arrojado conductor de tropas y un asesino despiadado cuyas acciones no dejan de estremecernos.En los momentos más cumbres de la mítica División del Norte, la figura militar de Rodolfo Fierro destacó por su valor, del mismo modo que por algunos asesinatos ordenados o cometidos por él mismo a sangre fría.Nacido en El Fuerte, Sinaloa, ferrocarrilero de profesión, eligió dar su lealtad y respeto definitivo a la figura de Pancho Villa. Parecer ser que la muerte prematura de su esposa provocó en Fierro los desórdenes que lo volvieron el ejecutor sistemático cuya hoja de servicios roza el horror y la demencia.Historiadores regionales, desprovistos de chauvinismo, sostienen que Fierro tenía ciertos conocimientos técnicos, similares a los de un ingeniero civil, y dominaba el inglés por su propio oficio de ferrocarrilero. Fingía no saber dicho idioma y en alguna ocasión sorprendió a gringos taimados al demostrarle que les entendía lo expresado entre ellos, incluso en negociaciones con Villa hechas en español.Es interesante ver como Villa mantenía a su lado a este criminal despiadado, mientras que por el otro se encontraba con la figura mística de Felipe Ángeles, egresado de la École Militaire de Francia, y uno de los idealistas más iluminados de su tiempo.Dos grandes escritores mexicanos han escrito páginas memorables sobre este individuo. Uno es Rafael Muñoz, quien en su cuento "Oro, caballo y hombre" narra su muerte absurda, al tratar de atravesar una laguna a caballo, ebrio de tequila y cargado de bolsas de oro, hasta quedar atrapado por el peso de su cargamento y su codicia.García Márquez incluyó en un número de la revista Cambio este texto en una lista de los cuentos más hermosos de la literatura mexicana. La prosa de Muñoz no oculta cierta admiración al describir a Fierro montando a caballo, "Rostro oscuro completamente afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros; boca de perro de...

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