Cruzan visiones sobre la escritora

AutorErika P. Bucio y Laura Castellanos

La escritora Susan Sontag transformó la enfermedad en ideas, descifró el mundo a través de la fotografía y el cine, alzó la pluma en defensa de los escritores perseguidos, mitigó con su arte los horrores de la guerra y posibilitó con su escritura una nueva sensibilidad femenina. Cumplió con la idea del escritor que desde la adolescencia se propuso ser: "Alguien que de manera natural se interesa por todo".

Imágenes para pensar el mundo

Susan Sontag se concebía a sí misma como una persona muy visual. La arquitectura, la pintura y la fotografía eran sus pasiones. Dirigió las películas Duelo de caníbales, Hermano Carl, Tierra prometida y Unguided tour. Apareció en Zelig de la mano de Woody Allen.

De su entusiasmo por el cine y la fotografía dejó constancia en la escritura de sus ensayos; en especial, Sobre la fotografía. Más recientemente reflexionó sobre las imágenes de tortura y humillación sexual que padecieron los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib a manos del Ejército estadounidense.

"Más que una mujer visual era una mujer aguda, por eso era afín a la fotografía. Revisa el mundo a través de la imagen. Ve en la fotografía una vehículo de expresión que va más allá de la imagen para expresar ideas y encontrar nuevas lecturas. Revalora la fotografía, que no siempre es considerada un arte y le otorga una carga de reflexión, ensayo y visión", afirma la fotógrafa Paulina Lavista.

Poner el cuerpo por los demás

Sontag era reconocida por su activismo en favor de los derechos humanos y, de 1987 a 1989, presidió el PEN Club de Estados Unidos, la organización internacional de escritores dedicada a defender la libertad de expresión.

En 1993 participó en la fundación del Parlamento Internacional de Escritores, creado en Estrasburgo para proteger a los autores perseguidos o amenazados de muerte en sus países.

"La conocí en una marcha frente a la Embajada de Guatemala en Estados Unidos a principios de los años 80, hecha para protestar por la desaparición de Alaíde Foppa; la vi y me le acerqué. Ella había mencionado mi libro de cuentos Aquí pasan cosas raras en el New York Times y se lo agradecí. Nos hicimos amigas y me invitó a formar parte del New York Institute for the Humanities, un foro para el intercambio de ideas entre periodistas, académicos e intelectuales. Susan era un ser muy generoso con la gente que apreciaba intelectualmente. Era una persona muy consciente de los derechos humanos. Fue a Sarajevo durante la guerra. Iba a poner el...

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