Cronista de guardia

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Que se vaya la diputada MendicutiRafael Pérez GayEL UNIVERSALHace unos días, un grupo de periodistas, escritores, artistas plásticos y creadores presentamos un documento ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal exigiendo la destitución de la diputada Mendicuti como cabeza (es un decir) de la Comisión de Cultura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Aun metidos en la olla de tantas emergencias y episodios urgentes, la cosa no me parece menor. Primero que nada, un grupo de ciudadanos que se dedica a la cultura se acerca al centro de las decisiones legislativas de la Ciudad de México para pedir una explicación y exigir una remoción. Los ciudadanos no estamos acostumbrados a exigir a nuestros representantes (otro decir) que cumplan con su trabajo y a recordarles que no trabajan en una empresa privada sino para la institución superior de la legislación en la ciudad, una institución de interés público.¿Tendremos que recordarles a los diputados que integran la Asamblea que han llegado a ese lugar por los votos de los ciudadanos? Por cierto: ¿sabe el lector o la lectora el nombre del diputado de su distrito? Le apuesto dos a uno a que no lo sabe.Usted no puede saberlo porque apenas se inicia en la ciudad la limpia de la propaganda electoral, los diputados desparecen y nunca más vuelven a interesarse por las personas a quienes pidieron sus votos. Si entiendo bien, a este hecho insólito -la carta de un grupo de ciudadanos pidiendo resultados a la legislación en turno- se le llama exigir una rendición de cuentas. Usted, señor diputado, ¿qué ha hecho por las personas a las que representa? Revisemos su trabajo y si es necesario exhibamos su haraganería y cinismo.Sí, escribí haraganería y cinismo. La diputada Edith Ruiz Mendicuti sabe de qué hablo pues con ese par de ases negros realiza su trabajo en la Asamblea y con esa cachaza llegó a presidir la comisión de cultura. Las credenciales de la diputada no tienen pierde, son sencillamente inmejorables: le atribuyó a José Emilio Pacheco la autoría de la obra de Tennessee Williams "Un tranvía llamado deseo", le dijo a Álida Piñón, reportera de EL UNIVERSAL, que ella quería la comisión de Equidad o Género, pero que le cayó la de Cultura, y ni modo; cuando unos vecinos de Iztapalapa le llevaron una pieza que consideraron prehispánica, la diputada afirmó que la llevaría al INEA y no al INAH.Y así empezó doña Edith su aventura...

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