Cronista de guardia

(Embargada para sitios en internet hasta las 24 horas locales)El dramático cambio de los capitalinosHéctor De MauleónEL UNIVERSALUn censo es una foto que fija un universo específico en un periodo determinado. En el álbum de familia que contiene la serie de imágenes que forman la historia de la ciudad de México, hay un daguerrotipo color sepia.Fue tomado en 1910. Ese año, a sólo un mes del estallido de la revolución mexicana, la dictadura de Porfirio Díaz presentó los resultados del tercer censo de población y vivienda. En la ciudad había casi medio millón de habitantes, de los cuáles 29 mil no hablaban castellano. La capital estaba conformada por 934 abogados, 600 médicos, 139 arquitectos, 28 químicos, 38 telefonistas, 186 escritores y periodistas (de los cuales, sólo 12 eran mujeres). Los oficios predominantes aglutinaban a más de cien mil personas: peones, obreros, carpinteros, lavanderos, costureras, albañiles, burócratas, maestros, panaderos. Había 33 mil criadas, 602 prostitutas, 90 mil amas de casa, 139 banqueros, 32 mil alumnos de todas las edades. El resto de la población se repartía en oficios diversos: zapateros, jardineros, herreros, carniceros. Veinte mil personas carecían de ocupación. Ochenta de cada cien habitantes eran analfabetas. Había tres mil jacales y sólo dos edificios de más de cinco pisos. El 97 por ciento de la población se declaraba católica.Recorro ahora las páginas del álbum correspondientes a 1950. Aparecen rascacielos, automóviles, Las Lomas y Polanco. Miguel Alemán gobierna el país. La población total es de 3 millones de personas: más de 130 mil no usan zapatos; 90 mil andan descalzos por la calle, 45 mil usan huaraches. Hay medio millón de analfabetas y un millón de habitantes de entre cinco y 25 años no asiste a la escuela.La metrópoli de entonces está formada por 300 mil domicilios sin servicio particular de agua de potable: sus residentes deben surtirse en pozos artesianos o en llaves comunes que alimentan vecindades de hasta 200 cuartos. Es el mundo de Nosotros los pobres y Ustedes los ricos, el infierno que retrata Luis...

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