Crónicas del Metro / Respeto

Ayer me sentí como ama de casa dando órdenes en una mansión y la verdad es que no tiene nada que ver con lo que me pasó en el Metro, sin embargo, esa sensación de respeto, grandeza y satisfacción me revoloteó en el estómago cuando me subí al vagón de mujeres.

Sí, así como lo leen, cuando me acercaba a los primeros vagones del convoy, vi a un policía muy colocado en la línea amarilla que se supone marca el acceso restringido para los varones.

Me sorprendió que una pequeña conglomeración de hombres parecía hacerse desentendida y muy obediente de las señas del poli en la estación Mixcoac, pues miraban incrédulos que sólo las mujeres se encontraban en esos vagones.

Cuando pasé la línea y entre al vagón femenino me sorprendí de verdad, por primera vez en muchos meses, se acataron las reglas impuestas en el Servicio de Transporte Colectivo.

Una señora tranquilamente amamantaba a su hijo mientras permanecía sentada, otra más con falda no tenía el rostro preocupado como cuando varios...

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