Crónicas del Metro / Por Una Mala Madre

Hasta hoy me doy cuenta que razón tenía mi abuela cuando oía que le decía a mi madre que si no iba a tratar bien a sus hijos mejor ni se hubiera embarazado.

En aquél entonces yo tenía 10 años, por lo que los comentarios de la abuela se me resbalaron como mantequilla, sin embargo, no del todo, ya que 20 años después me volvieron a la mente. Pero ahora en el Metro.

Eran las 10:30 horas y entre en la estación Sevilla del Metro, abordé el convoy anaranjado y me senté, y justo cuando me disponía a leer mi un libro favorito fui abruptamente interrumpida por el llanto de un niño que se encontraba frente a mi, de primer instante no le di la menor importancia y continúe leyendo, pero no había terminado ni una hoja cuando a los berridos del pequeño siguieron los gritos de una histérica mujer.

De inmediato levanté mi cabeza y le eché una mirada fulminante a la madre. Mi primera reacción fue echarle unos ojos de odio a la señora, quien sin pena alguna comenzó a regañar a su hijo, tan sólo porque no se quería sentar donde ella quería.

Y como es lógico el infante lloró, lloró y lloró, y para ese entonces ya no era la única usuaria que observaba la escena.

Vestida en pants color uva y playera azul la señora llevaba en el pecho un canguro donde descansaba plácidamente su otro hijo, un bebé de alrededor de tres meses.

No entiendo como el bebito no se inmutó ante tanto escándalo y continuó durmiendo, a lo mejor ya estaba acostumbrado a que sus horas de sueño la debía compartir con los gritos de su histérica madre y el llanto de su hermanito.

Mientras tanto, la madre continuaba dándole pellizcos a su vástago.

No saben las cantidad de veces...

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