Crónicas del Metro / El Llanto

El llanto de un bebé interrumpió la tranquilidad que reinaba en el vagón del Metro, incluyendo el sueño que más de uno se cargaba.

Tan pequeño como un muñeco de plástico, el bebé que estaba envuelto con unas cobijas de franela como un tamal, transformó su rostro en repetidas ocasiones, sobre todo, cuando la crisis del llanto se posesionaba de él.

A la joven madre la invadió la desesperación, al ver que su vástago no lo contentaba ni un biberón lleno de leche fría, ni el arrullo de sus brazos y mucho menos las caras graciosas que ésta le hacía.

Luego de arribar a Hidalgo, el vagón se congestionó, no cabía una persona más, lo que no comprendieron más de tres viajeros, que obstinados, lograron subirse, aunque esto significó que quedaran embarrados en el cristal de la puerta.

El sofocado ambiente que invadió el vagón, incomodó todavía más al pequeño cuyos gritos eran más intensos que minutos atrás.

Los pasajeros, además del estrés provocado por las...

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