Crónicas del Metro / Filósofo de oferta

El andén de la estación de correspondencia en el Metro Hidalgo estaba hasta el full. Eran las 9:30 de la noche y pasaron como unos 20 minutos para poder subirme al gusano naranja.

Después de tantos rebotes, al fin quedé libre sobre el pasillo. Para mi fortuna en la estación Tlatelolco se desocupó el lugar reservado y me senté. Llamó mi atención un muchacho quien iba clavado en la lectura, llevaba un libro de bolsillo y alcancé a ver que traía el sello de una escuela.

En el momento en que mis ojos recorrían la imagen del joven, sonó su el celular; dijo que llevaba dos horas viajando en la locomotora, el chavo repitió más de tres veces la palabra 'bueno'.

Cuando íbamos pasando por los túneles se perdió la señal y se cortó la llamada, el chico no dio importancia y siguió leyendo. Pasaron unos 15 segundos y el celular volvió a sonar, el muchacho desesperado insistía en captar el radar, colocó el aparato en la ventana, pero fue un acto fallido.

Cuando el tren salió a la superficie en Potrero, se le iluminó...

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