Crónicas del Metro / Para que aprendas

Dos mujeres llegan a la estación La Raza, cruce de la línea Cinco y la Tres, son jóvenes y visten traje sastre, una es rubia y la otra morena, las dos son atractivas y llaman la atención de los hombres dentro del andén.

"Andale Noemí, ya se nos hizo tarde otra vez por tu culpa, te dije que te levantaras más temprano, no vamos a llegar a tiempo", le dice la morena a la rubia.

"Está bien Agueda, ahí voy. Pero no sólo es mi culpa, yo que culpa tengo si Dalila se tardó un ratote en el baño, parecía que se quería quitar la mugre de todo el año" le contesta.

Llegan al lugar donde tendrán su cita con el Viajero Naranja y esperan su arribo, no viene muy lleno y hay algunos lugares disponibles.

Suben y se sientan en diferentes lugares, no muy distantes pero donde la comunicación se hace difícil.

"No te vayas a dormir Noemí, que esta vez sí te dejo, no voy a estar gritando para que te despiertes, así que mantente con los ojos abiertos", le vuelve a repetir Agueda mientras la gente voltea a verlas.

Pasa la estación Tlatelolco y Noemí ya se ha encomendado a los brazos de Morfeo. Cabecea en varias ocasiones mientras Agueda se sumerge en la literatura y deja escapar una pequeña risa, la mujer que se encuentra a su lado voltea disimuladamente a ver el libro y vuelve a ver hacia la oscuridad que inunda la ventana del vagón.

Pasan Guerrero, Hidalgo, Juárez y en Balderas, Agueda le grita a Noemí: "Ya despiértate, tenemos que bajar aquí". La rubia abre un ojo y voltea a la ventana...

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