Cronicas del Metro / Adiós a un amigo

Salí de la casa con una gran melancolía en mis ojos, el panorama era diferente el día de hoy, ahí en mi patio se encontraba el gran amigo de la familia, nuestra mascota estaba inerte, tendría que cavar un agujero en la parte de atrás.

Tendría que alcanzar a mi hermano que me esperaba a las 9:00 de la mañana en la estación Zócalo del Metro, para que fuera a ayudarle en su trabajo.

Mientras bajaba las escaleras del subterráneo para alcanzar a Pablo pensé que el jardín tenía desde hace tiempo un ave enterrada, un pato al que le lloró mucho una hermana, y las flores del jardín estaban preciosas, eso era lo que decía mi madre.

El cavar un hoyo era como dejar ahí una parte de la familia, a mi perro Sombra se lo fue llevando el tiempo y todas aquellas madrugadas en vela, recostado junto a la puerta.

En su larga vida miró pasar a tanta gente donde amenazante mostraba sus dientes a quien desconocía, o simplemente saludaba con su movimiento de cola a todos aquellos que eran cercanos a la familia.

Daba de brincos efusivamente entre apapachos, regaños, siempre fiel lamia mi cara, las manos, jugaba feliz mientras se daba sus buenas revolcadas para demostrar lo mucho queme quería, siempre presente y firme diariamente estaba junto a la puerta de la casa.

Se diosus buenos agarrones con algunos perros de la colonia, no siempre salía bien librado, pero en sus ocasiones de buena suerte era como un enorme pavorreal, quería demostrarnos que era un buen canino, aunque todos sabíamos que no tenía pedigree.

En la casa le enseñamos muchas cosas y nos correspondió con su amor.

Quizá sea absurdo, pero al final de todos estos años, así como se fue, pareciera que se había ganado unas enormes alas.

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