Crónicas del Metro / Dostoievskiana

Siempre que espero el tren en la estación del Metro Atlalilco, cronómetro en mano: 10:00 p.m., veo en el suelo a un "don" de entre sesenta y setenta años -vaya uno a saber si no es la barba la que le aumente la edad.

Parece un personaje de esas historias Dostoievskianas. Siempre me imaginé así a Mishkin, "El Príncipe Idiota", aquel príncipe que sufría de ataques epilépticos, pero que también gozaba de una genialidad a prueba de balas.

Pues bien, mi personaje protagónico en esta historia no es ficticio, lo veo noche a noche tirado en el suelo, leyendo un libro polvoso (tal vez una obra Dostoievskiana, ¿por qué no?).

Tiene la barba rala y mugrienta, un abrigo oscuro, botas de acampar, lentes y una mirada huidiza. Yo llego a la hora pactada con el fin de encontrar a este personaje, tal vez llamado "Rodión Raskolnikov", porque es apasionante verlo allí: siempre en el mismo lugar, como si fuera un nómada, a pesar de que no parece viajar de un lado a otro, que ni siquiera se mueve, pero es en verdad un...

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