Crónicas del Metro/ Compra o te golpean

Ahora resulta que si no le recibo a los múltiples sordomudos sus productos, aunque sea para que me lo avienten en el regazo mientras voy sentada dentro de un convoy del Metro, corro el riesgo de ser agredida por alguien como la jovencita que me dio un codazo.

Hace unos días iba pensando en la inmortalidad del cangrejo, eran las 11:00 de la mañana cuando por segunda vez, durante mi trayecto, sé subió al vagón en el que yo iba una joven sordomuda, bueno, así lo anunciaba el letrerito que portaba la bolsita de dulces que me aventó a las piernas.

Cuando le hice una seña con la mano, pidiéndole que por favor no me dejara su bolsita, porque yo ya iba a bajar en la siguiente estación, es decir, en Polanco, se me quedó viendo con un muy feo gesto de resentimiento, sin embargo, hizo caso omiso de mi petición y me la aventó en las piernas.

En realidad me dio mucho coraje, porque podrá estar sorda pero eso no amerita que no entienda cuando muevo el dedo índice de un lado a otro en señal de ¡no!, además lo hice para que no se quedara sola la bolsita en caso de que yo me parara antes de que ella regresara a mi lugar.

El caso es de que más pronto de lo que me imaginé, ella regresó hasta mi lugar para recoger sus productos, sólo que yo ya había colocado la bolsita en el asiento de mi lado izquierdo, pues yo estaba sentada del lado de la ventanilla a uno par de metros del extremo trasero del vagón.

Cuando venía hacia mí, mi cuerpo le daba la espalda, mas tuve la oportunidad de observar como con toda la intención estiró su brazo y enseguida lo dobló para darme un codazo bien acomodado en el mío, para después irse...

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