Crónicas del Metro/ El chicle

La goma de mascar es una golosina que me gusta, sobre todo, porque me recuerda mis años de niñez cuando con mis amigas de la escuela competíamos para ver quién hacía la bomba más grande.

Sin embargo, aquel grato recuerdo se rompió luego de ver cómo aquella mujer cincuentona masticaba el chicle con la boca abierta, provocando ruidos molestos que despertaban hasta al tímpano más dormido.

Fue en el trayecto de Tacubaya a Chabacano cuando la mujer del chicle color rosa inició un desafinado concierto.

De apariencia oficinista, la fémina de la goma de mascar hacía bombas de diferentes tamaños para después tronarlas con el choque de las muelas inferiores y superiores.

Además de los tronidos, en varias ocasiones, la cincuentona estiró el chicle con sus dedos, tal cual lo hace una niña de 5 años.

Los pasajeros que estábamos cerca de la mujer del chicle la observábamos sin disimulo, ante lo que ni se inmutó la protagonista de esta historia.

Por...

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