Crónicas desde mi cama / Mujer contra mujer

Antier estaba en mi casa con un cuate y me puse a revisar mis correos electrónicos. Entre ellos me llegó el mail de una chava en el que me contaba cómo se cogió con una compañera de su oficina. Me pedía que contara su historia en esta columna pero yo dije que ya chole con asuntos lésbicos. La semana pasada entre el rollo de Alondra (la que le dio las pompis a su maestra a cambio de un diez) y mi affaire con Remedios y Maurice, le dediqué muchas letras a esas deliciosas tortillitas, pero ya una más podía dar la impresión de que se me está trabando la reversa. Eso le comenté a mi cuate, pero a él le pareció súper cachonda la historia de la chava y me dijo que no me la guardara.

A veces no entiendo por qué a los hombres les excita tanto el lesbianismo. Si a mí como chava me cuentan con lujo de detalles una relación gay entre dos hombres, la neta es que no me excito. Adoro a mis amigos gays y entre ellos he encontrado algunas de las personas más importantes y maravillosas de mi vida, además de que me encanta acompañarlos en las marchas de orgullo y pasearme por Reforma nomás con unas pezoneras y una tanguita y aun así pasar casi inadvertida, pero de eso a que se me moje la coliflower al imaginarme a dos cabrones mordiéndose la orejita, la verdad es que hay una gran diferencia. He visto en la tele (en el canal que tiene nombre de planeta) películas pornos con gays guapísimos, me entretiene ver las caritas que hacen, oír los pujiditos y todo, pero francamente, no me calienta ni tantito verlos jugar a los espadazos. Simplemente no se me antojan, no me imaginaría formando parte de ese juego.

Entonces me pregunté por qué tantos hombres nomás ven a una mujer poniéndose cariñosa con otra y luego, luego se ponen más calientes que cautines pa' soldadura. Cómo yo no sé qué es lo que piensa el sexo fuerte, le pregunté a mis cuates de internet ¿porqué los enloquecían tanto las tortillitas? No imaginé que leería tantas respuestas (que están en mi blog).

De un modo u otro, casi todos me decían algo parecido, para los hombres es una fantasía fabulosa ver a dos chicas besándose, tocándose, fajándose o cogiéndose cariño, por el simple hecho de salir de lo común. Porque los cuerpos femeninos son más armónicos y les parece muy rico ver dos untándose.

Cuando una chava se está tirando a otra siempre es posible imaginarse con ellas. Pensar que eres un tercero en discordia (o en concordia, en este caso) que viene a ponerle la mayonesa a la ensalada...

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