Critican con humor pérdida de utopías

AutorJulieta Riveroll

La burla dolorosa de un tiempo empobrecido, que pugna por conservar todo aquello que ha dignificado a la especie humana, es la expresión elegida por el dramaturgo argentino Roberto Cossa ante una modernidad que intenta cancelar la entrega del hombre a las grandes causas.

Su humor corrosivo tiene en la mira la pérdida de los utopías y la consecuente mutilación de los seres poco dispuestos a luchar por la solidaridad, la libertad y la dignidad del trabajo, añade Germán Castillo, director de la puesta en escena de El saludador, obra del autor bonaerense estrenada en 1999.

"El texto de Cossa es muy cómico, pero los asuntos que producen risa son terribles: una degradación de la vida misma y de las expectativas, así como la carencia de paradigmas, y el surgimiento de pequeñas causas que no resuelven nada", opina Castillo, cuya versión teatral se presenta los lunes y martes en el Teatro Helénico.

La pieza perdería sentido si se llevara a la hilaridad, asegura, por lo que una de las apuestas vitales de la dirección tiene que ver con el ritmo y el tono, aunque ambos se modifican con la respuesta del espectador, la cual difícilmente se puede anticipar.

El saludador, cuya dramaturgia es de gran jerarquía literaria y de coloratura porteña, según Castillo, cuenta con las actuaciones de Bárbara Eibenschutz, Juan Carlos Barreto y Rodrigo Cervantes.

Un idealista que se integra a las luchas sociales más importantes de la segunda mitad del Siglo 20 encarna el Saludador, personaje de la pieza que en su afán humanista abandona a Marucha, su mujer, y a Vicente, hijo de ambos, aunque esporádicamente regresa al hogar, cada vez con una mayor mutilación...

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