Empaña crisis social comicios argentinos

AutorAlejandro Pairone

MURAL / Argentina

Los adjetivos e imágenes conocidas resultan insuficientes para explicar a la Argentina, aquel país otrora orgulloso de sí mismo que hoy no puede dar de comer a un tercio de su población. Productor de alimentos que consumen 300 millones de personas en el mundo, observa, indiferente, como cientos de miles de sus hijos revuelven la basura para lograr la comida del día.

Y no sólo el hambre construye la dramática situación social del país sudamericano, cercado como está por el desempleo, el incremento de la pobreza, la indigencia, las enfermedades endémicas y la mortalidad infantil.

Aunque estalló en diciembre de 2001, la decadencia se inició con el golpe de Estado de 1976, cuando a punta de bayoneta comenzó una profunda reestructuración económica, política y social.

Desde entonces, hubo una transferencia de ingresos de los sectores bajos a los altos por valor de 27 mil 400 millones de dólares anuales, a valores constantes, según un informe de la consultora Equipos de Investigación Social (Equis).

La transferencia de ingresos devino en una disminución del poder adquisitivo de la sociedad, con la consecuente merma del consumo interno y destrucción del aparato productivo. Su consecuencia fue la desocupación creciente, la marginalidad y la exclusión. Así, el desempleo se duplicó entre 1976 y 1990, pero luego se triplicó entre 1990 y 2001.

Según la última medición realizada en octubre, el desempleo afecta al 23.6 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), a lo que se debe añadir un subempleo (quienes trabajan menos de 30 horas semanales), que alcanza al 21 por ciento.

Pero no sólo los desempleados son pobres en la Argentina. El límite de la pobreza contiene al 57.5 por ciento de los hogares, muchos de los cuales aun con trabajo estable no reúnen los 778 pesos (259 dólares) que requiere una pareja con dos hijos...

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