Contrapuntos/ La crisis educativa en México

Gilberto Guevara Niebla y Miguel Alonso Raya

Gilberto Guevara Niebla

En general, el SNTE no es un organismo democrático sino burocrático, de vida cupular, gobernado por grupos nacionales y locales que disputan permanentemente las posiciones de decisión dentro del gremio a través de prácticas burocráticas.

El autor es especialista en educación y ex subsecretario de Educación Básica y Normal de la Secretaría de Educación Pública.

Quiero subrayar, en primer lugar, que los trabajadores de la educación tienen legal y moralmente el derecho a organizarse para defender sus intereses; igualmente, quiero decir que sería un error pretender hacer del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) el único actor responsable de los bajos niveles de aprendizaje que registra el sistema educativo. (NOTA: Esta responsabilidad no es atribuible, desde luego, a los alumnos. Los niños mexicanos no tienen menos inteligencia o ganas de aprender que los coreanos o los japoneses; en realidad, la responsabilidad de la crisis educativa incumbe a todos los adultos: maestros, autoridades escolares, padres de familia, gobierno y ciudadanos).

Sin embargo, el SNTE -la organización sindical en general- es una institución poderosa que influye decisivamente en el funcionamiento de varios niveles del sistema: en la definición de las políticas educativas, en la organización del sistema escolar, en la cultura interna de las escuelas y en las prácticas pedagógicas.

Esta influencia se asocia estrechamente a la naturaleza del sindicato. Cabe decir, en primer lugar, que el SNTE no es una realidad fácilmente simplificable, pues dentro de él existen una enorme cantidad de grupos y tendencias. Pero me atrevo a decir que, en general, el SNTE no es un organismo democrático sino burocrático, de vida cupular, gobernado por grupos nacionales y locales que disputan permanentemente las posiciones de decisión dentro del gremio a través de prácticas burocráticas. Los maestros de base no dirigen en sentido estricto al sindicato; los cambios sindicales siempre son pergeñados por las elites y sólo después de ser aprobados por la jerarquía se les busca una sanción meramente formal en la base.

La cultura sindical que promueve el SNTE no es una cultura democrática que promueva regularmente la participación informada y critica de sus sindicalizados. No, en el SNTE no hay una deliberación sistemática -rica en argumentos- de los trabajadores sobre su sindicato, sobre los principios que lo...

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