Música del cosmos

AutorJaime Hinojosa Vega

Desde que el hombre apareció sobre la Tierra, ha tenido ante sí un vasto escenario: un cielo lleno de astros, mudo testigo de nuestra historia.

La influencia celeste nos ha cautivado de tal forma que hemos sido capaces de admirarlo y a la vez usar los conocimientos para aprovechar su energía, estudiar sus movimientos, establecer medidas del tiempo y distancia, así como también relacionarlo a las cosas divinas y a la inspiración artística.

En la historia de la producción musical de todo género, hemos escuchado obras con temas asociados al espacio exterior. A las melodías se añaden sonidos interestelares y armonías extrañas.

Lo mismo sucede cuando en el cine nos presentan a seres extraterrestres o galaxias lejanas con una ambientación musical que identificamos como "música del cosmos".

Pero, ¿realmente se escuchan sonidos musicales de planetas, satélites y estrellas?

1 VERDAD CIENTÍFICA

Pitágoras propuso que el Sol, la Luna y los planetas emiten un zumbido basado en el movimiento orbital, y que esos sonidos celestiales son imperceptibles al oído humano.

La velocidad y distancia de estos astros está en la misma proporción que las armonías musicales. A esto se le llama "música de las esferas".

La misma armonía celestial fue comentada por Platón cuando dijo que los astros ejecutan la mejor de todas las canciones.

El astrónomo Johannes Kepler menciona en Harmonices mundi que un astro emite un sonido de acuerdo con su movimiento, por lo que existen intervalos musicales bien definidos asociados a los planetas.

Kepler postuló que la velocidad angular de cada planeta producía un sonido acorde a los demás. Isaac Newton, por su parte, dijo que el universo manifiesta una gran armonía y Albert Einstein descubrió la Teoría de la Relatividad convencido de la armonía del Universo.

En 1998, la NASA envió el satélite TRACE (Transition Region and Coronal Explorer) para estudiar la turbulenta atmósfera de la Corona Solar y, sorpresivamente, halló las primeras evidencias de música originada por un cuerpo celeste, tal como lo imaginaron los pitagóricos y, luego, Kepler.

El oído puede captar un rango de 20 a 20 mil ciclos por segundo y por esto no podemos escuchar las frecuencias de los astros. Pero con la ayuda de un receptor, estas ondas de radio pueden transformarse en ondas sonoras audibles de baja frecuencia.

El sonido no puede transmitirse en el vacío del espacio, pero las ondas electromagnéticas sí se pueden propagar por el vacío. Por eso podemos apreciar...

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