DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Honestidad

AutorCatón

Un individuo con atuendo de cazador entró en la carnicería. Lo acompañaba una estupenda morenaza. Pidió el tipo: "Me da dos patos, por favor". "No tenemos patos -le informó el carnicero-, pero puedo ofrecerle dos gallinas". "¡Gallinas! -se enojó el hombre-. ¿Voy a decirle a mi esposa que cacé dos gallinas?"... Don Valetu di Nario, anciano señor, se inclinó en el lecho para darle el beso de los buenos días a doña Pasita, su mujer. "No me toques -le dijo ella-. Estoy muerta". "¿Qué dices?" -se asustó él. Contestó la viejecita: "Me desperté esta mañana y no me duele nada. Debo estar muerta"... El juez le preguntó al detenido: "¿Por qué está usted aquí?" Respondió el sujeto: "Por tirarme al lago". El juzgador le preguntó al segundo reo: "Y usted ¿por qué está aquí?" Respondió el hombre: "También por tirarme al lago". Le preguntó el juez al tercer detenido: "¿Y usted?" Respondió, hosco, el individuo: "Yo soy Lago"... En la merienda de los jueves una de las señoras vio que doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, llevaba su anillo de casada en el dedo índice. Le preguntó: "¿No llevas el anillo en el dedo equivocado?" "Sí -respondió con acrimonia la mujer-. Lo llevo ahí porque me casé con el hombre equivocado"... Pepito le contó a su amigo Juanilito: "La otra noche estaba yo viendo la tele con mi papi y mi mami. De pronto surgió una escena de sexo desenfrenado. Me dio tanta pena que no supe qué hacer, de modo que seguí viendo las noticias hasta que ellos terminaron"... Tercera llamada, tercera. Hoy a las 12 horas presentaré en la Feria Internacional del Libro, en Monterrey, mi más reciente obra: La guerra de Dios, un vívido relato del conflicto cristero, la última lucha armada que sacudió a México. Te espero a ti, que eres uno de mis cuatro lectores, para contarte historias de ese tremendo enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado... Don Wormilio fue llamado a servir de testigo en un juicio. Le dijo el abogado defensor: "Usted, señor, es un buen ciudadano, un hombre honesto incapaz de decir una mentira, de defraudar a alguien, de levantar un falso testimonio o de robar". "Es usted muy amable, licenciado -agradeció tímidamente don Wormilio-. Yo diría lo...

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