DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Buen sentido

AutorCatón

Don Bucolio, conocido ganadero, presentó su mejor toro en el concurso de sementales. Se trataba de ver cuál toro era capaz de cubrir más hembras en el menor tiempo. Potentino, el extraordinario toro de registro de don Bucolio, ganó el concurso fácilmente: en una impresionante demostración de fuerza dio buena cuenta, una tras otra, de la docena de vacas que le pusieron enfrente. El poderoso animal recibió el listón azul que lo proclamaba Gran Campeón de Sementales, y don Bucolio fue felicitado por todos los presentes. Al día siguiente un especialista en inseminación artificial fue al rancho de don Bucolio a fin de negociar con él los servicios de Potentino. Para su sorpresa encontró al hombre en la labor. Estaba arando, y uncido al arado traía nada menos que al fabuloso toro Potentino, que jadeaba como infeliz al tirar del arado por el surco. "¡Pero, don Bucolio! -se sorprendió el visitante-. ¿Cómo es posible que traiga usted arando a ese costosísimo semental?" Responde don Bucolio: "Quiero que el animal aprenda que no todo en la vida es diversión"... Aquel marido llevaba un mes ausente de su casa. Tan pronto llegó al aeropuerto le pidió a su esposa que fueran inmediatamente a la casa a hacer lo que un marido y su mujer hacen en su casa. "¡Pero, Avidicio! -se sintió la señora-. Tenemos un mes sin vernos, y cuando nos reunimos lo único que se te ocurre es hacer el sexo. Ni siquiera me preguntaste cómo he estado". Respondió el individuo: "Te lo habría preguntado, pero el avión llegó con 15 minutos de retraso, y ya no hay tiempo para esas minucias"... Tuvo razón el gran torero Cagancho cuando al ver a un grupo de monjes preguntó acerca de ellos, y alguien le dijo que eran monjes trapenses que hacían voto de perpetuo silencio. "No cabe duda -comentó, meditativo, el diestro-. Hay gente pa'tó". Es cierto: hay gente para todo. Hace algunas semanas perdió la vida en una carretera de Oregon, atropellado por una camioneta pickup, un hombre joven llamado Richard Swanson. El conductor del vehículo no tuvo culpa alguna: la víctima iba caminando por la cinta asfáltica al tiempo que pateaba un balón de futbol. Había salido de Seattle el primer día de mayo, y su propósito era llegar a Sao Paulo, Brasil, a...

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