Las cosas naturales y las cosas no naturales; las fronteras de lo hereditario en el siglo XVIII.

AutorLopez Beltran, Carlos

Resumen: Este artículo intenta delimitar el espacio conceptual en el que se concibió la transmisión hereditaria de peculiaridades físicas y morales durante el siglo XVIII europeo. El terreno de lo hereditario en ese periodo estaba vinculado a la comunicación, de padres a hijos, de componentes accidentales del cuerpo, que podían de algún modo transmitirse usando las vías de la reproducción biológica. Al mismo tiempo, todo lo que tenia que ver con la reproducción de los rasgos esenciales del cuerpo estaba, conceptualmente, fuera del alcance de la noción de lo hereditario. Las diferentes teorías dieciochescas de la reproducción asumieron esta dicotomía, que representaba una frontera interna para la noción de herencia. El predominio en el mismo período del esquema galénico de las cosas naturales y las cosas no naturales permite una exploración complementaria de la frontera externa para la transmisión hereditaria. La posibilidad de que el cuerpo (la constitución, el temperamento) pudiera transformarse por influencias externas, y que estos cambios en ciertas circunstancias pudieran a su vez comunicarse a la descendencia, definió la negociación de esta segunda frontera.

Palabras clave: herencia, galenismo, biología e Ilustración

Carlos López Beltrán, Natural Things and Non-Natural Things. The Boundaries of the Hereditary in the Eighteenth Century

This paper aims at establishing the conceptual boundaries within which the transmission of physical and moral hereditary peculiarities were conceived during the eighteenth century in Europe. The domain of the hereditary in the period was linked to the passing down of accidental bodily features that could somehow be transmitted through the pathways of biological reproduction. At the same time, everything associated with the reproduction of essential bodily features lay conceptually outside the notion of the hereditary. The different eighteenth century views of reproduction adopted this dichotomy, which represented an internal boundary for the notion of heredity. The prevalence in the same period of the Galenic scheme of the Natural and the Non-Natural (things) allows a complementary exploration of the external boundary for hereditary transmission. The possibility that the body (constitution, temperament) could by some external influences be transformed, and that those changes could under some circumstances be communicated to the offspring defined the negotiation of this second boundary.

Key words: heredity, inheritance, Galenism, Biology and Enlightenment

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I

La transmisión hereditaria de los rasgos corporales (físicos) y conductuales (morales) de los padres a los hijos se volvió un objeto de teorización científica independiente apenas a mediados del siglo XIX. Sólo entonces quedó claro que las cuestiones en torno a la estabilidad de las especies y la cuestión acerca de las similitudes contingentes responsables de los parecidos familiares se entretejían ceñidamente, y que aquéllas y ésta se podían explicar de una manera unificada. La preocupación teórica por cómo se lleva a cabo dicha transmisión se convirtió a partir de ese momento en un tema fundamental para los biólogos. (1) Hasta entonces, lo relacionado con la conservación del tipo en una línea genealógica se consideró un asunto fundamental para el conocimiento de la vida, mientras que la fenomenología de la comunicación hereditaria de los rasgos accidentales dentro de los linajes se entendía como algo de importancia secundaria. La excepción la encontramos en unos cuantos contextos locales, entre los hibridólogos, y en particular entre algunos fisiólogos y médicos cuyos intereses enfocaban su atención hacia la posibilidad de la transmisión hereditaria de rasgos de ascendientes a descendientes en una línea genealógica.

En otro texto he sostenido que la adopción después del decenio de 1830 de la palabra herencia, en su acepción naturalista, primero en francés y luego en otras lenguas europeas, marca el viraje decisivo, cuando el cambio del uso adjetival (en el cual siempre debía haber una peculiaridad hereditaria) al uso de un sustantivo (Hérédité) revela una conciencia cada vez mayor de la existencia de una vía causal a la que se podían atribuir las regularidades (y las irregularidades) observadas. (2) También he sostenido que, antes de ese periodo, había un conjunto de fenómenos aceptados que, entre los médicos y los naturalistas, se asociaban al uso del adjetivo "hereditario", y que fueron evaluados y explicados (habitualmente minimizándolos) de distintas formas en las distintas épocas.

Desde la Antigüedad hasta la era moderna puede seguirse una tradición más o menos discreta que consistía en prestar atención y acumular descripciones, e intentar explicar cómo se comunican los accidentes hereditarios a través de linajes y llegan a ser la causa de caracteres físicos y morales que perviven en ellos. Algunos ejemplos famosos son la explicación mixta (cultural-hereditaria) que Aristóteles ofreció en el caso de los dolicocéfalos ("cabezas alargadas"); (3) la compleja explicación (dinámica) fisiológica que el mismo Aristóteles dio del parecido de los hijos con ambos padres; (4) el recurso de los hipocráticos y los galénicos a los modelos de reproducción de doble simiente a fin de dar cuenta del parecido en general; (5) las concepciones astrológicas medievales de las peculiaridades distintivas de los hijos; la influyente teoría dualista de Paracelso, en la que la imaginación podía inducir tanto el parecido como la monstruosidad; (6) los intentos médicos (después del Renacimiento) por explicar la transmisión hereditaria de las enfermedades y monstruosidades dentro de líneas familiares según distintos marcos teóricos. (7)

En 1775, Immanuel Kant propuso una distinción analítica que puede ser útil en nuestras descripciones. Sugirió que las variaciones hereditarias deberían denominarse "similitudes" si "coinciden con sus derivaciones" (los hijos "salen a" uno o a ambos padres, o a algún ancestro), y "degeneraciones" (tomando aquí la noción de Buffon) si se alejan de la norma de tal modo "que la formación original no pueda ser restaurada". (8) A mediados del siglo XVIII se solía incluir un conjunto de fenómenos más o menos estables en esta categoría extraña de lo hereditario. Fuesen similitudes o degeneraciones, el hecho de que hubiese peculiaridades no esenciales en ciertos rasgos que no todos los miembros de una especie o linaje compartían, y que lograsen ser re-producidas con cierta fidelidad en los descendientes se consideró un atolladero para los sistemas descriptivos y explicativos tanto en la historia natural como en la fisiología. Se puede decir que, durante los siglos XVIII y XVIII, se forjó una relación especial entre tal conjunto de fenómenos hereditarios y los modelos teóricos de la generación que por entonces se discutían con vehemencia. El parecido con ambos progenitores, las peculiaridades mixtas de las mulas, los orígenes y la transmisión de la monstruosidad, etc., se convirtieron en un campo de evidencias determinante para la discusión.

Lo hereditario fue así, durante las décadas medias del siglo XVIII, un conjunto de fenómenos que unos y otros debían "salvar" para consolidar sus teorías de la generación. El diccionario Chambers (1738), por ejemplo, en su entrada relativa a "la generación", menciona que Sir John Floyer "inaugura una dificultad que parece presionar igualmente en contra de ambos sistemas (ovismo y animaculismo), tomados por separado"; se trata del hecho de que las mulas tengan algunas de las características del caballo y del asno, y que, para (explicar) la determinación del origen del feto, los defensores de ambos sistemas elijan caprichosamente como caracteres importantes los que apoyan su punto de vista, y que califiquen de secundarios a los caracteres que comunica el sexo opuesto. (9) En 1750, cuando Diderot preparaba los élemens de physiologie, atribuyó un peso especial a los hechos hereditarios para la evaluación de los diversos sistemas teóricos sobre la generación que entonces estaban en competencia. La dificultad que las posturas preformacionistas tienen al abordar las "enfermedades hereditarias; el parecido con los padres; las mulas y los mulos que engendran" fue particularmente destacada por él en esas notas. (10) Al comienzo de sus Considérations sur les corps organisés, Charles Bonnet planteó algunos de los retos que su posición preformacionista tenía que enfrentar:

Si los gérmenes están contenidos originalmente en los ovarios de la hembra, y si la materia seminal no es más que una especie de fluido nutriente, cuyo destino es convertirse en el principio del desarrollo, ¿de dónde salen los diversos rasgos del parecido de los hijos con quienes los trajeron al mundo? ¿Por qué existen los monstruos? ¿Cómo se forman las mulas? (11) En su obra Primae Linae Physiologiae, escrita en el período en el que todavía era partidario de la epigénesis, Haller esbozó los hechos que lo empujaron necesariamente en esa dirección. Que los organismos, en especial los híbridos, se parezcan a ambos progenitores simplemente "descarta" --escribió-- cualquier posibilidad de que el nuevo ser esté preformado en alguno de los progenitores. (12)

Diderot, en su afán de ser árbitro, sabía bien que aun si los modelos de doble simiente (o pangenéticos) (13) podían explicar la transmisión hereditaria de rasgos de ambos padres con mayor soltura, tenían serios problemas propios cuando se enfrentaban a las observaciones anatómicas finas y al interrogatorio fisiológico detallado. En su obra élemens de physiologie, escribe: "En este sistema (pangénesis), placenta y envolturas [resultan] imposibles de explicar." Este tipo de crítica, desde luego, fue el que Haller y Bonnet plantearon convincentemente en contra de Buffon. (14)

Una diferencia importante que hay que señalar es el carácter peculiar de los hechos empíricos que planteaba problemas a las concepciones rivales que intentaban explicar la generación...

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