Corrupción y economía: los primeros pasos

Fecha de publicación30 Enero 2019
AutorCarlos AlbertoMartínez

La corrupción es uno de los elementos que más inhiben el desarrollo económico. En el caso de México, lo es más debido a sus altos niveles, así como a la espiral con la que fue creciendo sobre todo durante los último seis años y a la impunidad que todos presenciamos. Cuando se ha documentado el desvío de cientos de miles de millones de pesos sin que se haya respondido ante las autoridades, la sociedad se lastima sensiblemente. Por ello, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presenta ante todos una esperanza de que esta tendencia comience a revertirse.

El tener un presidente honesto en este momento es uno de los grandes activos que tenemos los mexicanos ante la realidad en donde los conceptos de conflicto de interés, corrupción e impunidad no fueron claramente definidos para sí misma desde la autoridad federal hacia la sociedad. La indiscutible ética del presidente y su plena disposición a responder todos los días ante la gente es algo que nos hacía falta. Empero, es sólo el comienzo de una tarea que nos corresponde a todos para reconstruir los valores entre la relación de nosotros como sociedad con nuestro gobierno.

En estos días estamos atestiguando el inicio de la lucha frontal en contra de la corrupción. El por dónde comenzar es muy difícil de evaluar. Con el combate al robo del combustible, comienza a surgir la interrogante de qué otra área estará igual de trastocada por el fenómeno. Lo penoso es que, con toda seguridad, en la obra pública, programas sociales, materiales, sector inmobiliario, seguridad, etc., deben de haber hechos lastimosos. No podemos hablar de casos de corrupción sino de corrupción como un sistema. Sin embargo, hoy tenemos un área de oportunidad invaluable de la mano de este gobierno para comenzar a cambiar las cosas a nuestro favor.

Uno de los hechos que en mi opinión es el más relevante que el gobierno hace concretamente en la lucha contra la corrupción es su decisión de no incrementar los impuestos hasta en tanto no demuestre su adecuado uso. El exceso de deuda pública que se contrató en los dos sexenios anteriores y la debilidad de las finanzas públicas con la que se entregó el gobierno pudieron ser motivos suficientes para iniciar un proceso de una nueva reforma fiscal. No obstante, se tomó la decisión de no hacerlo pese a la legitimidad social y su mayoría en ambas cámaras. La más reciente reforma fiscal fue además de eminentemente recaudatoria, laxa en su revisión de los gastos y...

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