Corre sangre a borbotones

LONDRES.- Esto podría sonar un poco codicioso. Pero después de un periodo en el que Hollywood ha sorprendido a todo el mundo con películas inteligentes y complejas, el momento puede ser el apropiado para las virtudes retrógradas de la acción, el espectáculo y el ruido.

Y todo esto se encuentra en abundancia en los primeros 10 minutos de El Gladiador (Gladiator): una legión romana es atacada por un desesperado ejército bárbaro en un bosque alemán. Los arqueros disparan flechas ardiendo, hay sangrientas cargas de caballería, combates brutales cuerpo a cuerpo y la confusión de la batalla. Todo ello servido con los trucos visuales de Ridley Scott, su director.

Hay algo familiar y a la vez algo extraño en El Gladiador. La historia es sencilla. Maximus (Russell Crowe) es el general favorito del Emperador Marco Aurelio (Richard Harris). Cuando el Emperador muere, su pérfido hijo Commodus (Joaquin Phoenix) ordena la muerte de Maximus.

Maximus sobrevive, es capturado y hecho esclavo, y se convierte en campeón de los gladiadores. Este filme tiene la mayoría de los elementos del género: Un emperador loco e incestuoso, generales honorables, camaradería entre los gladiadores, senadores intrigantes, personajes que hablan con gran pompa, hay una muchedumbre aulladora en el Coliseo.

Sin embargo, El Gladiador es más brutal que cualquier película anterior de romanos: hay varias decapitaciones y un exceso de sangre derramada. Un gladiador se moja de miedo. No hay cristianos ni orgías -lo cual es significativo.

Un filme largo, una epopeya corta

La naturaleza multicultural de los medios de que dispone el imperio proporciona un papel importante a Djimon Hounsou, un actor nacido en Africa. El principal personaje femenino no es ni una joven sirvienta virtuosa ni una aristócrata maligna. Y con dos horas y media, El Gladiador es una película larga, pero una epopeya corta.

La forma en la que está filmada es básica en la reinvención del género. No hay dudas de que es una cinta de Ridley Scott; es la película que más se asemeja al estilo de este director desde que éste hiciera Lluvia Negra (Black Rain).

En sus peores momentos, la película se parece a un comercial muy caro. El camarógrafo es John Mathieson, quien trabajó en Plunkett and Macleane para el hijo de Scott, Jake. Y lo arriesgado de este filme es que ignoró las extrañas convenciones que se han establecido alrededor de las películas de época.

Se puede apreciar la misma teoría en El Gladiador, donde la...

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