'Estando en el coro no parecen violentos'

AutorFrancisco Morales

"¡Rápido, mis amores!", se urgió de un lado. "¡Rápido, mis niños!", se gritó del otro, pero no había manera: aquel era, desde luego, un momento para paladearse.

En fila india, 600 niños michoacanos de zonas desfavorecidas y violentas entraron, con tortuosa lentitud para los organizadores, al escenario del Palacio de Bellas Artes, tratando de buscarse un lugar entre la concurrencia que iban formando.

Al cruzar por una de las puertas laterales, detrás del telón, sus rostros se volvían fotográficos: los ojos como platos, las quijadas caídas y las cabezas, como en un paneo lento de cámara de video, se iban de abajo hacia arriba, desde las butacas hasta el lejanísimo vitral del techo.

"Ay, Dios mío", suspiró una niña más pequeña que un violonchelo.

Treinta autobuses los habían conducido esa misma mañana desde Morelia para cerrar el concierto "Suma de Voluntades, nos mueve la paz", celebrado ayer.

Para entonces, mientras los niños se colocaban de cara a las butacas, faltaban apenas dos horas para que iniciara el concierto y ellos, el Coro Monumental de Morelia, tenían un ensayo por delante.

Desde temprano, más de mil niños de Morelos, Coahuila y Michoacán recorrían los interiores y patios de Bellas Artes, como parte del evento organizado por la Secretaría de Gobernación. La ocasión se hizo para lucir el trabajo de los beneficiarios del Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia.

Entre la marejada risueña en el escenario, Christian Chávez, de 13 años, se mantenía rígido, con los brazos escondidos bajo la capa blanca que portaban todos los integrantes del coro.

Es un muchacho fornido, de escasas palabras. Convidado a hacerlo, sabe ofrecer un apretón de mano descomunalmente adulto, con una palma musculosa y áspera.

"Me gusta cantar, estar alegre y movilizarme", respondió unas horas antes del ensayo, en el patio de Bellas Artes que da hacia la Alameda, después de su lunch. Todavía el año pasado, estar alegre rara vez era una opción para el chico.

Christian fue uno de los muchachos y niños que tuvieron que ser trasladados de Zamora, Michoacán, a la capital del Estado cuando el albergue "La gran familia", que dirigía Rosa María del Carmen Verduzco, "Mamá Rosa", fue clausurado por la PGR en julio de 2014.

De los dos hogares que ha tenido, confió, sólo le gusta el que tiene actualmente, el albergue "Vivan los niños".

"En el otro me maltrataban mucho. Siempre me pegaban y me maltrataban, pero ahorita ya no", relató...

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