Corea no duerme

AutorRoberto Zamarripa

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SEUL.- Alzaron los escupidores chinos para expulsar su alegría hecha pólvora, rasgos de luces amarillas, verdes, rojas, que volaron unos 2 ó 3 metros arriba de sus cabezas.

Las muchachas corrieron tomadas de la mano. Lloraban y reían. Los gritos quedaban ahogados. Apenas abrían la boca, expiraban. Los jóvenes se desgañitaban al punto de la histeria.

Era una emoción ordenada, a ritmo casi marcial, un desborde que no se sube a la banqueta y que cuando camina por la calle limpia el tiradero. Corea tiembla, ruge, por dos goles de coraje y de descuido. De coraje por unos jugadores incansables; de descuido por la soberbia italiana, que daba por descontado, con una anotación, su camino hacia Cuartos de Final.

El Mundial raro, frío, televisivo y desconcertante, conoció, por fin, la emoción aunque no el desorden.

Vestidos de rojo, los sudcoreanos fueron apoderándose de las calles del centro de la capital. Apenas acabó el juego de Japón tomaron asiento en el asfalto. Filas bien acomodadas de jóvenes con las caras pintadas de azul y rojo, sus globos en forma de salchichón que apoyaban, chocándolos, los aplausos y los coros. Un apoyo indeclinable.

Italia quedó a un suspiro. Corea le ganó con el empuje. Ya fue Portugal y ahora Italia; estos sudcoreanos sí pudieron vencerla. Su país, su gente, grita y aplaude al ritmo: "¡Dae Han Min Kuk!", algo así como "yo si le voy, le voy a Corea".

No paran de gritar. La madrugada les pertenece. No paran. Es como una fiesta eterna de conscriptos. Caminan todos parejos, cantan en el mismo tono, aplauden al mismo ritmo.

"¡Dae Han Min Kuk!", y cinco palmadas, cinco silbatazos, cinco claxonazos, cinco tamborazos. Un favorito menos derrumbado por las fuerzas orientales.

Un Mundial nace y otro muere. Ido Italia, languidecen las estrellas y se acaban los mercados y truenan los negocios. Ya se fueron los chinos, quienes garantizaban el mayor auditorio de televisión. Ya no hay argentinos, que si bien no traían turistas porque allá no les alcanza ni para pagar la luz, atraían a los aficionados de otras naciones. Se fueron los irlandeses, garantía de venta en todas las cantinas japonesas. Ya no hay mexicanos, tan simpáticos y tan gastadores. Tan divertidos y tan románticos.

Japón queda eliminado y su pueblo regresará los canales de televisión al beisbol, porque le acompaña otra tragedia: la eliminación de Italia, su segundo favorito. Los sudcoreanos no vivirán la Final en su país. Esa se va a Yokohama, Japón.

¿Quién va a...

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