Coquetean con la suerte

AutorHaydé Murakami

Resulta casi imposible que aquél que entra a algún centro de apuestas no caiga rendido ante el guiño de la suerte. Es que uno se contagia con la emoción del vecino, se queda mirando las cifras de los tableros electrónicos sin poder evitar que la fantasía se vaya de viaje: ¿Qué haría yo con dos millones de pesos? Quizás no son los glamorosos casinos de Las Vegas, pero aquellos que sufran del famoso cuarto síndrome de "Juan Charrasqueado" (borracho, mujeriego, parrandero y jugador) ya pueden encontrar lugares en la Ciudad de México dónde "padecer" los síntomas con gusto y estilo, más allá de los tradicionales billares, cantinas o ferias.

Aunque los juegos de azar están prohibidos en México por la Ley Federal de Juegos y Sorteos, que data de 1947, en los últimos años el tema se ha puesto en la mesa de discusión, y mientras se decide si se aprueba o no una nueva ley que autorice la instalación de centros de apuesta o casinos, hay algunos lugares que funcionan con permisos otorgados por la Secretaría de Gobernación y que se posicionan poco a poco en el gusto de los capitalinos.

En marzo del año pasado, la empresa de espectáculos CIE (Consorcio Interamericano de Entretenimiento) reinauguró el Hipódromo de las Américas tras conseguir la concesión que además le otorgaba 45 permisos para operar centros de apuestas de bingo y "libros foráneos".

Hasta el momento existen cuatro bingos, propiedad del consorcio, llamados Yak, y otros tantos Sports Books, o libros foráneos, que manejan el concepto de "simulcasting", en donde el jugador puede apostar a eventos deportivos nacionales o internacionales que se transmiten en directo vía satélite. En Mundo E también están abiertos los locales Bingo y Caliente (book), propiedad de Grupo Océano Haman.

Jugar es parte de la naturaleza humana, sin embargo, en las sociedades latinoamericanas, en las que predomina el pensamiento mágico y la fantasía de convertirse de la noche a la mañana en un Huicho Domínguez, el juego se convierte en todo un fenómeno lleno de matices y recovecos.

"Es el famoso síndrome de Juan Charrasqueado: jugador", comenta el psiquiatra venezolano César Sánchez-Bello, especialista en tratamiento de jugadores compulsivos, "es muy difícil sacarnos de dentro esa tendencia al juego, tan arraigada en nuestras canciones, en nuestras películas o en la poesía".

"Normalmente la gente que no se hace adicta a la apuesta, lo que compra son ilusiones: la ilusión de ganar", dice José Manuel Alavez, director...

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