Copala y Concordia: Tesoros sinaloenses detrás de las montañas

AutorÓscar Álvarez

Fotos: Óscar Álvarez

La Sierra Madre extiende una de sus cordilleras frente a la costa de Sinaloa, circunstancia que permite hacer de las vacaciones en Mazatlán una experiencia múltiple.

Después de varios días de sol y playa, de noches alegres a lo largo de la avenida Camarón Sábalo, le recomendamos girar la vista hacia las montañas. No son sólo un magnífico telón de fondo, sino que ofrecen atractivas excursiones de un día, que harán más variada e interesante su estadía en el puerto sinaloense.

La carretera entre Mazatlán y Durango cruza por estas montañas, recibiendo el nombre de "El espinazo del Diablo" en referencia a sus dramáticos paisajes.

Envuelta por un circo de cerros esmeralda resalta en la distancia el pueblo blanco y colonial de Copala. La plazuela frente a la iglesia de piedra, las calles de adoquines que serpentean hasta perderse en el monte y la tranquilidad que gozan sus 600 habitantes, lograrán persuadirlo de que hay lugares donde el tiempo no pasa.

La riqueza mineral de la zona motivó en 1565 su fundación sobre las estribaciones de la sierra. Como fue el destino común de otros reales de minas asentados en lugares de difícil acceso, Copala se convirtió virtualmente en una población fantasma en cuanto las vetas de oro y plata se agotaron. La segunda mitad del siglo 19 sería, no obstante, el epicentro del resurgir minero de la región. No se trató más que de un canto de cisne; antes de la Revolución la mayoría de los habitantes había emigrado para Mazatlán o California.

Los lugareños aseguran que el haber sido Copala la cuna de la madre del ex presidente López Portillo ayudó notablemente a su rescate. Una suerte, en cualquier caso, para el turismo de Sinaloa y quienes visitan la entidad. Es el aspecto pulcro del pueblo, la calma que lo domina y la belleza del paisaje circundante lo que ha atraído a estadounidenses que residen largas temporadas en casonas coloniales a mitad de camino entre lo elegante y lo rústico.

El corazón de Copala es su plaza, desde cuyo centro las calles bajan a las quebradas o se encaraman en los cerros, entre muros de cal impolutos y el colorido rabioso de las buganvillas. Preside la plazuela una de las más añejas iglesias del sur de Sinaloa, cuya portada de cantera rosa es un fino ejemplo de arquitectura barroca. Construida entre 1740 y 1745 con el mecenazgo del Marqués de Pánuco, es la principal atracción de la villa y guarda entre los altares neoclásicos de su interior, antiguas pinturas al óleo de...

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