Coordenadas / Una aspiradora de recursos

AutorEnrique Quintana

Cuando le ponemos lupa a las finanzas públicas nos damos cuenta de que tienen menos orden del que usualmente presumen.

De cada peso disponible para otorgar financiamiento por parte de la banca comercial, sólo 46.3 centavos se destinan al financiamiento directo al sector privado. Los otros 53.7 centavos se destinan directa o indirectamente al Gobierno.

Casi 13 centavos se otorgan como crédito directo a estados y municipios, al Gobierno central o a las entidades paraestatales. Y, poco más de 40 centavos se destinaron a la adquisición de valores del IPAB-Fobaproa o de los Cetes que se emitieron para respaldar los programas de reestructuración de deudores bancarios.

Así, aunque pareciera que el sector público tiene finanzas relativamente ordenadas, en realidad la presión financiera que genera es tan grande que absorbe más de la mitad de los recursos canalizados al financiamiento por parte de la banca comercial.

Pero sin consideramos la banca de desarrollo, la situación es todavía peor.

De cada peso que presta la banca de desarrollo, sólo 37 centavos van para el sector privado. Casi 11 centavos van para los estados y municipios y los restantes 52 centavos se canalizan al sector público.

No es de extrañarse entonces que la experiencia de muchas empresas pequeñas y medianas cuando se acercan al sistema bancario, les indique que no hay recursos disponibles o cuando los hay, son muy caros.

En el caso de la banca comercial, la elevada proporción de recursos que se canalizan al Gobierno refleja la falta de incentivos para que los banqueros tomen el riesgo de prestarle más a los empresarios privados.

El Gobierno es el mejor pagador de la banca y por esa razón, a pesar de que las tasas que se consigan con la adquisición de valores públicos o con el otorgamiento de crédito directo a los diferentes organismos del Gobierno, sean más bajas que las que se podrían conseguir al prestar a los particulares, al menos se garantizan ingresos seguros y con un margen que desde luego se encuentra por arriba de sus costos de captación.

En el caso de la banca de desarrollo, se aprecia claramente que está muy lejos de cumplir el cometido de prestar a los pequeños y medianos ahorradores. Hasta ahora las cifras demuestran que se ha convertido en una fuente privilegiada de recursos para el propio sector público.

Así que, más allá de la apariencia de que el déficit público es una proporción relativamente pequeña del PIB, menos de un punto porcentual, en la vida diaria de la...

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