Cony Delantal / Malos síntomas...

AutorCony Delantal

Peor que la influenza les pega a los restaurantes el virus de la indiferencia.

Tener a la cabeza a un tipo que, bajo pretexto de su tiempo de descanso, esté sentadote en una mesa mirando con total indiferencia a los clientes, demerita y empina el negocio de una forma increíble. ¿De qué sirve que en la cocina se pulan y que los meseros se esmeren, si su capitán les opaca el brillo?

Eso lo sufrimos en el García de la Carretera a Saltillo, en pleno bullicio del 10 de Mayo. Pena nos dio con unos parientes de fuera, porque les presumimos el lugar hasta el cansancio, y con cansancio nos recibió ahí este señor de nombre Luis, sin los buenos días, así nomás con una miradita de repasón y sin acomedirse para nada.

Mi marido tuvo que ayudarle a un voluntarioso mesero a acomodar mesas y sillas, mientras el "capitán apatía" permanecía en su silla impávido como iguana de pecera, de ésas que no sabes si son de adorno, hasta que mueven la cuenca ocular para ver de reojo. ¡Mira, está viva!

Si a este señor no lo tienen incentivado por las ventas, pues qué mala estrategia, pero aun así no es un buen empleado. Y si acaso lleva comisión por cada cliente que llegue, pues peor tantito, es increíble su nefasta actitud.

Poner el restaurante en esas manos es como estornudarle al negocio en tiempos de contingencia. Con esas medidas sí que se están asegurando de que la gente se quede en su casa.

Qué diferencia cuando en un restaurante se desviven con atenciones, lugares como Los Arcos, en donde siempre te reciben con una sonrisa y te despiden con una flor, no se diga el Día de las Madres... Acá fue día de pura madre... ni el saludo nos regalaron.

Nombre rudo y sabor sutil...

Mi marido, que de fábrica viene sin brújula, llegó el otro día bien culeco platicándome que al pasar por la Avenida Anillo Periférico había visto un negocio con el título de Choppers, a un lado del Bianco, en la Plaza Alhambra de Colinas de San Jerónimo, y nomás por el puro nombre estaba tercamente convencido de que era un bar de motociclistas renegados que tenía que ir a conocer con sus cuates.

(Es por demás, desde que vio aquella película de Rebeldes con Causa, él jura que algún día se va a escapar con otros tres cincuentones en prendas de cuero a agarrar su segundo aire trepado en una moto...).

¡Si serás bruto!, qué bar ni qué nada, son unas simples tortas que, seguramente, se llaman así porque las chopeas en algo... Ni se te ocurra embaucar a tus amigos, porque llegando ahí te hacen calzón...

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