Cony Delantal / Galo de gala

AutorCony Delantal

Érase una vez, en un municipio muy muy lejano, un restaurantito que dejó de ser fábula para convertirse en realidad.

Y por fin el ogro llevó a la princesa, o más bien la princesa arrastró al ogro hasta las escarpadas montañas del poniente, a reunirse con este franco galán, de mucha lindura y rozagante estirpe, que se vino a postrar al pie de la Cordillera...

Ya, ya, mucho cuento, vamos al grano, como dijo el dermatólogo. O sea, lo que quise decirte es que me tuve que llevar a mi marido de los pelos -los tres que le quedan- a conocer el nuevo restaurante Galo Kitchen (justo abajo de los departamentos de Vía Cordillera, en esa parte de la Del Valle que estiraron como liga hasta Santa Catarina, la que todos conocemos como Valle Poniente), porque este zángano ya me le estaba dando largas y yo había quedado muy formalmente de tijereteártelo desde hace un par de semanas. Sorry, ya ves que una propone y el que paga dispone o, mejor dicho, pospone.

Pero no hay hombre que se resista al encanto femenino de un buen jalón de patilla con pares o nones, eso los conmueve hasta las lágrimas.

Con mi gran habilidad de persuasión por fin logré convencer a mi marido de pasar una velada en este coqueto lugarcito al pie de la Huasteca, donde seguiré usando mi encanto (a escoger: por las buenas o por las malas) para que este desahuciado reaccione.

El entorno te lo susurra: relájate, suéltate, afloja y disfruta de las consecuencias. Galo Kitchen tiene ese aura de oscurantismo contemporáneo que te cautiva los sentidos aunque no quieras. Gala en el ambiente, modernidad ecléctica, música trendy, atmósfera de bajo wattaje y mobiliario compatible con la anatomía.

¡Qué bendición cuando las sillas están así de acojinaditas! Yo como quiera tengo buen atractivo para amortiguar, pero mi marido es modelo hatchback, cada vez le noto menos cajuela; ya hasta camina como paletero de bajada. Y el pobre la sufre como tortura cuando tiene que posar sus escurrimientos sobre un vil tablón.

Lo único que le hace falta a la fórmula, para que brote la química y se aloque la física, es el elemento más básico en la tabla del romance periódico: una vela.

Faltan velas, pero yo creo que si las prenden lo que faltaría es oxígeno, porque el lugar no pasa la verificación de calidad del aire con tanta humareda que se cargan. Con esa peste a fritanga, el cuento de hadas se te convierte en calabaza o, mejor dicho, en chicharrón.

Vaya desliz con su cocina abierta. Si vas a farolear los calzones es...

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