Les conviene marchar

La necesidad la obliga a manifestarse año con año y aunque Doña Esther no lo ve así, cada mes de mayo debe ir a la marcha conmemorativa del Día del Trabajo, para que la organización a la que pertenece la reconozca y sea respetado su espacio en las calles de La Merced, donde labora como comerciante informal.

A sus 67 años de edad, Esther González no sólo cumple con su presencia en la máxima manifestación laboral capitalina, sino que hace todo lo que sus dirigentes le piden para expresar sus inconformidades al Gobierno.

A esa edad, la mujer de edad avanzada se agacha, corre y lanza consignas a las autoridades federales, como el resto de sus compañeros de la Asociación de Organizaciones Sociales, sin que ello le cause vergüenza o le incomode porque sabe que eso le redituará beneficios en su trabajo y en su vida en general.

"Todos tenemos hambre de luchar para que nos dejen trabajar", expresa la anciana, quien afirma que asiste a las marchas por voluntad propia. "Vengo porque me gusta, no porque me obliguen. Los líderes han sido muy buenos conmigo y no me han quitado mi lugar en la Merced. Ahorita que acabe, me voy a trabajar, aquí traigo mi mercancía".

En una situación similar se ven envueltos los trabajadores sindicalizados, quienes tampoco se sienten...

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