Controversia por el Presupuesto: Larga historia de una disputa

AutorMiguel Carbonell

En el número 595 de Enfoque (31 de julio de 2005), Ignacio Marván y César Hernández publicaron dos importantes textos sobre la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que reconoce el derecho del presidente de la República de vetar el presupuesto.

Marván cita un párrafo de la sentencia de la Corte de acuerdo con el cual se asume que varios métodos de interpretación justifican la existencia de ese derecho de veto del Presidente. El propio autor critica a quienes han sostenido que no hay una sola palabra en el texto constitucional que permita concluir que el Presidente tiene tal facultad. La idea de que el Presidente no tiene ese derecho, dice Marván, “es una falacia”. Con esas palabras descalifica a la inmensa mayoría de constitucionalistas serios del país, que tanto en los últimos meses como desde hace décadas han concluido justamente lo contrario(1).

Un punto de vista diferente es el que sostiene César Hernández, quien escribe sobre la corta visión y los pequeños alcances de la sentencia de la Corte. Dice Hernández que el punto de vista de la mayoría de los ministros es tan endeble que “construyó cimientos con argamasa más que con concreto”, por lo que es probable que no resista el paso del tiempo. La exigua mayoría de seis votos contra cinco puede cambiar tan pronto como en noviembre del 2006, cuando entre un nuevo ministro a relevar a Juan Díaz Romero.

El punto de vista que defiende la existencia del veto del Presidente sobre el presupuesto puede, sin embargo, generar importantes problemas; sobre todo cuando se sostiene simultáneamente con el argumento en contra de que exista en la Constitución alguna forma de “reconducción presupuestal”, que sirva para evitar que lleguemos al 1o. de enero de cualquier año sin contar con un presupuesto aprobado(2). Este doble argumento, sostenido por Marván en su texto, parece desconocer el papel que históricamente han tenido y siguen teniendo las constituciones. Los textos de las cartas fundamentales fueron inventados, entre otras cosas, para prevenir conflictos institucionales, no para generarlos. Por supuesto que desde las ideas de James Madison en El Federalista sabemos que las constituciones intentan lograr un equilibrio entre los poderes, pero no a costa de todo lo demás.

El esquema presupuestal que queda después de la sentencia de la Corte no es tan pacífico como parece desprenderse del artículo de Marván. Por ejemplo, bajo ese esquema pierde por completo su significado el párrafo de...

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