CONTRAPUNTOS / Pena de muerte

Debe considerarse

Emilio Gamboa Patrón

Toda sociedad tiene momentos de quiebre, situaciones tan graves que ponen en riesgo su viabilidad y exigen de todos los ciudadanos decisiones drásticas, que les permitan proteger lo más preciado que como comunidad de mujeres y hombres libres les es propio. Ése es el momento que vivimos en nuestro país, por la ola de violencia criminal que nos arrasa.

La más básica responsabilidad de un Estado, esto es, la primera razón por la que una comunidad decide constituirse como una sociedad regida bajo una sola ley y un mismo gobierno, es para proteger la vida, la propiedad y la seguridad de las personas. Ése es el basamento originario de toda legalidad y legitimidad, que les permite a unos convertirse en autoridad y, a otros, obe- decer y seguir las leyes establecidas.

Por eso, la indignación y la condena de los mexicanos frente al cobarde asesinato del joven Fernando Martí, por parte de una banda de secuestradores, es la expresión de una sociedad agraviada, desesperanzada, agotada e impotente en que el país pueda recuperar la tranquilidad en sus calles y en sus hogares, por el avance de la criminalidad en todas sus formas.

¿Quién sigue? Es la pregunta que todos nos hacemos.

Es también un hecho que los gobiernos federal y estatales libran una batalla en contra de la delincuencia organizada, con miles de víctimas, ejecuciones y desaparecidos; esa guerra está teniendo consecuencias y efectos colaterales en otras modalidades de delitos como el secuestro, el robo, el asalto y el tráfico de personas entre otros.

No hay duda, pues, que el Estado mexicano como tal, autoridades y ciudadanos, hemos fallado en aquel primer imperativo. Unos porque tenemos obligaciones irrenunciables, funciones que debemos cumplir y en las que no hemos acertado en encontrar las soluciones para un problema en el que el país se juega todo: su seguridad, estabilidad y desarrollo futuro. Los segundos porque vivimos en una cultura donde la corrupción, la impunidad o el silencio siguen siendo las divisas que le permiten al crimen moverse libremente.

Pero no podemos seguir por ese camino. ¡Ya basta! La barbarie del crimen nos arrastra a todos y exige que como sociedad discutamos medidas excepcionales que nos permitan salir de esta crisis. Decisiones drásticas y duras que transitoriamente nos permitan enfrentar una situación de emergencia.

Fue con esa intención y en ese contexto en que hace unos días planteé, en mi carácter de legislador y a...

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