Contrapuntos / El legado juarista

AutorAgustín Basave B. y César Morado Macías

Don Benito de carne y hueso

Agustín Basave B.

Hace 14 años recibí muchas críticas por un discurso que pronuncié en la Cámara de Diputados. Dije entonces que los mexicanos tenemos atragantada nuestra historia, que no la hemos podido digerir porque la hemos vuelto tiesa y acartonada a golpes de maniqueísmo. Propuse una reconciliación nacional que empiece con la amnistía a nuestros fantasmas del pasado y sostuve que eso puede lograrse repensando nuestros libros de texto y reevaluando a nuestros personajes históricos como lo que fueron, seres de carne y hueso, personas con virtudes y defectos que tuvieron aciertos y errores. No se trata de caer en un relativismo extremo que nos libre de patriotas y traidores -si valoramos el tener una patria libre y una identidad nacional tenemos que aplaudir a quienes lucharon por ello y reprobar a quienes trataron de impedirlo-, pero sí de entender que nuestros héroes no fueron ángeles y nuestros villanos no fueron demonios. Sólo cuando la historia adquiere rostro humano puede ser digerida por la sociedad y sólo así puede nutrir al cuerpo social, dándole la fortaleza para voltear hacia adelante y para construir su futuro.

Las críticas de que fui objeto reflejan algo más que el apasionamiento del radicalismo. Es nuestra alergia a la mesura. Por eso, cuando a fin de facilitar la reconciliación exhorté a reconocer lo malo de "los buenos" y lo bueno de "los malos", un diputado me reclamó airadamente. Y eso que ni siquiera propuse una interpretación de la historia de México distinta a la que fue oficial, porque yo estoy convencido de que los liberales de nuestro Siglo 19 hicieron un gran servicio a nuestro país y me congratulo de que los conservadores hayan sido derrotados.

Ningún personaje mexicano encarna esa yuxtaposición de percepciones como Benito Juárez. Los fanáticos del conservadurismo lo describen como un hombre perverso y torvo, mientras que los jacobinos lo representan en estatua de bronce, infalible y perfecto. Ambos se equivocan porque la verdad suele ser más compleja que el blanco y negro. Eso no quiere decir, sin embargo, que al juzgar a nuestros actores históricos debamos caer automáticamente en un punto intermedio que haría a todos igualmente medianos. Me explico con mi propia versión de Juárez. Admiro mucho a don Benito por su rectitud y su inteligencia, por su voluntad de superación y su entereza frente a las adversidades, por la fuerza de sus convicciones y su alteza de miras. Pero eso no me...

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