CONTRACORRIENTE / Tigres suicidas

AutorFarid Kahhat

Se trata de una leyenda que se desvanece bajo el escrutinio del sentido común: sí eso es así, entonces, ¿Qué recompensa esperaban obtener las mujeres (hasta donde se sabe, heterosexuales), que también han recurrido a ese medio de acción política?

Quienes, como Bernard Lewis, atribuyen al Islam una, digamos, afinidad electiva con los atentados suicidas recurren siempre al mismo ejemplo: el de los "Hashashín" (o consumidores de Hashish, y etimología de la palabra "asesino"), secta que daba muerte en lugares públicos a cualquier líder musulmán que suscribiera un armisticio con los Cruzados. Pero la necesidad de apelar a una herejía marginal del siglo 13 para encontrar un antecedente en el Islam, es precisamente la mejor prueba de que la práctica de los atentados suicidas no es consustancial a esa religión. Sobre todo cuando el mundo occidental cuenta con sus propios ejemplos, mucho más cercanos en el tiempo y desprovistos de cualquier motivación religiosa. Ejemplos entre los que destacan algunos anarquistas europeos del siglo 19 (en su mayoría rusos, pero también franceses, como Ravachol), de impecables credenciales ateas y anticlericales.

En la primera edición de su libro "Muriendo para Ganar: la lógica estratégica del terrorismo suicida", Robert Pape enumera todos los casos de terrorismo suicida ocurridos entre 1980 y el 2001 a nivel mundial. El autor sostiene que durante ese lapso de tiempo pueden documentarse de manera inequívoca un total de 188 casos. Luego intenta establecer patrones entre ellos, y sus hallazgos son siempre contra intuitivos.

En primer lugar, ese tipo de atentados son, en su virtual totalidad, producto de campañas orquestadas por organizaciones político-militares, y no actos aislados de individuos desesperados: 179 de los 188 casos documentados caen dentro de esa categoría.

El segundo hallazgo es que se trata de campañas libradas virtualmente siempre con el mismo objetivo: lograr que un ejército considerado foráneo, al que se juzga como una fuerza de ocupación ilegítima, abandone el territorio que los autores intelectuales consideran su suelo patrio (es decir, un objetivo político y secular, antes que religioso).

A su vez tal constatación prefigura el hallazgo más importante de Pape, dado que cuestiona de manera frontal las certezas habituales en estos temas: no sólo es falso que el terrorismo suicida tenga alguna afinidad particular con el Islam, sino que además no está necesariamente vinculado a religión alguna. Por...

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