Contaminación visual

AutorAlejandro Castañeda Gallardo

Aunque todos compartimos el mismo espacio para realizarnos individual y socialmente, no todos tenemos las mismas valoraciones sobre la contaminación visual.

Posiblemente para la mayoría de nosotros se trata de todo aquello que afea la ciudad; al intentar más precisión, los significados de la contaminación visual se diversifican.

Lo feo es feo y lo bonito es lo que no es feo; ante una valoración como ésta, nos convendría ponernos de acuerdo; si no, al cabo del tiempo terminaremos por creer que lo feo es feo por bonito y viceversa, o lo que sería peor, arriesgando nuestra identidad debido a una paulatina pérdida de significado.

Para muchos, los anuncios de las calles son diseños maravillosos; para otros son perfectos artefactos de la mercadotecnia para sobrevivir compitiendo y hasta para sustituir la calidad del producto o servicio mediante una imagen que se acopla a la exigencia de un mundo visual que domina el mercado.

Uno de los escenarios más comunes para la publicidad es el espacio público, el que es de todos: las calles, los parques, las banquetas, las fachadas de los edificios, el paisaje natural pasando por el mismo cielo. Todos estos elementos, son actualmente utilizados para anunciarse mediante imágenes.

Guadalajara, ciudad de vocación comercial, es un buen ejemplo de la proliferación de anuncios en los espacios públicos con mayor concentración de personas. Circular por sus avenidas es un manjar de estímulos visuales.

Publi-fachadas, partidos políticos anunciados en postes, camiones y bardas. Si te fijas más, hasta puedes ver anuncios de instituciones privadas sobre o junto a señalamientos públicos. La lista de ejemplos que expresan la pérdida de delimitación entre el ámbito privado y el público, es enorme. Si puedes pagar, estarás...

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