Constitución. Sociedad, sin voz en la reforma de Carta Magna

Juan Arvizu

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 3 (EL UNIVERSAL).- El poder de reformar la Constitución está en manos de dirigencias de los principales partidos políticos, señalan legisladores y académicos, y advierten que la sociedad está fuera, incluso distante, de los círculos de decisión que la modifican.

Consideran los ciudadanos que con su voto en un sistema democrático eligen Presidente, diputados, senadores, Congresos locales, los cuales a su vez integran el mecanismo de reforma a la Constitución, deben influir en el proceso de cambios constitucionales para que las normas resulten eficaces.

Legisladores y académicos plantean posibilidades diversas para que el ciudadano incida en el proceso de reforma constitucional: por ejemplo, incluir el referéndum previo o posterior a una votación, propone un constitucionalista; un académico recomienda dejar a la vista de la sociedad lo que ocurre en la ?Caja Negra?, dice, que son las Juntas de Coordinación Política en las cámaras y que cada fuerza política sea responsable de los intereses que impulsa en una reforma, y que reciba el premio o el castigo de los electores.

El monopolio de las modificaciones pasó del Ejecutivo al Congreso operado por las dirigencias partidistas, dicen legisladores, en entrevistas en las que surgen expresiones a favor de incluir en los acuerdos la visión de la sociedad sobre nuevas reglas.

El presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado, Enrique Burgos (PRI), que tiene la responsabilidad de procesar dictámenes de reformas al texto, dice que ?la cúspide de la dirigencia nacional de cada partido tiene influencia en sus diputados y senadores?, para orientar el sentido de los cambios que, finalmente, son producto de diálogos, de intercambio de reflexiones, de puntos de vista.

El académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Ignacio Marván Laborde, afirma que a partir de 1997 el Congreso de la Unión reforma con votos de los tres partidos fuertes (PRI, PAN y PRD) y, desde entonces, ?se entra en una dinámica de negociación política, donde hay que entrar al intercambio de favores?. México apenas entró en esa lógica, ?es lo que está pasando en el mundo, y no nos escandalicemos?, expone.

Por su parte, el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, Guadalupe Acosta (PRD), confirma: ?Estamos llegando a la normalidad, partido que no tiene mayoría calificada se sienta con otros para lograrla, mediante una negociación?. El perredista contrasta: ?Antes nos decían levantadedos, porque el Presidente mandaba una iniciativa y se votaba sin moverle una coma; ahora que el Ejecutivo manda un proyecto le decimos: ?Vamos a platicar si me gusta o no me gusta?, y a eso le dicen partidocracia. Y hasta su partido le dice que no, como en la reforma de matrimonio igualitario?.

La secretaria académica del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Adriana Báez Carlos, expone que México pasó de un régimen ?sin competencia de partidos, de una política autoritaria (1938), a movimientos sociales (1968), que abrieron el sistema político con reformas a la Constitución en materia electoral con Jesús Reyes Heroles (1977), y se inició una transición muy alargada y lenta con muchos cambios?. Estos son eslabones de un proceso histórico que hoy muestra ?ciudadanos que cuestionamos a los gobiernos y a los partidos que se preocupan, por el derecho de iniciativa de las organizaciones civiles; esto es nuevo, es como el inicio para construir más ciudadanía?.

El constitucionalista, ex diputado Constituyente de la Ciudad de México, Jaime Cárdenas (Morena), plantea que ?las dirigencias de los partidos controlan el Congreso para modificar la Constitución, con la influencia de la Presidencia de la República, los poderes fácticos económicos e internacionales?. Ante esto, ?los grandes sectores sociales están desvinculados de poder modificar los preceptos?. Una élite es la que transforma el texto, por lo que propone el referéndum para que la sociedad participe en el debate...

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