Considera Xingjian que siempre ha huido

AutorCarlos Rubio

REFORMA/Redacción

MADRID.- Su condición de refugiado político "no ha cambiado en nada" su literatura. El escritor chino Gao Xingjian, el más reciente Premio Nobel de Literatura, dice que siempre se ha sentido igual: "huyendo de la sociedad, aquí o en China", y que "la única diferencia" que reconoce es que ahora se expresa y publica "libremente", porque en China "escribía libremente, pero no podía publicar".

Xingjian expone lo anterior a su paso por esta ciudad, donde acaba de presentar su novela La montaña del alma, traducida al castellano por Ediciones del Bronce, una obra en la que el autor hace un amplio y profundo retrato de China y su gente, desde su pasado más ancestral hasta nuestros días, abordando su filosofía, su arte y sus costumbres.

Xingjian (Jangsu, 1940) comenzó su andadura literaria a la vez que realizaba sus primeros dibujos cuando tenía ocho años, impulsado, cuenta, por su madre, quien le pidió que hiciera un diario ilustrado. Sus primeros óleos datan de cuando tenía 12 años, mientras cursaba la secundaria, apoyado por un profesor de dibujo que le animó a seguir desarrollando su pasión por la pintura, que siempre, comenta, ha fluido paralela a la escritura.

Actualmente, a la par que su literatura es traducida en todo el mundo, las obras pictóricas de Xingjian comienzan a conocerse poco a poco. En España, a principios del 2002, el Museo Reina Sofía expondrá una parte de la retrospectiva que el próximo 29 de junio se inaugura en la ciudad francesa de Avignon.

"Estas dos actividades", menciona el Premio Nobel 2000, "han representado para mí un divertimento y una pasión, porque yo era un muchacho enfermizo que no tenía muy buena condición física, por lo que me encerraba en mi cuarto escribiendo, pintando y pasando así las horas muertas".

En su novela La montaña del alma hay un predominio del individuo frente a la masa. ¿Es ésta una constante en el resto de su obra?

"En China, con el régimen totalitario que existe desde los años 50, ha habido un control muy estricto del pensamiento y del individuo, y casi se podría decir que sólo era posible tener un pensamiento único, que era el pensamiento de Mao, de corte marxista. Vivíamos más bien una dictadura del pensamiento. Ya en la universidad, yo tuve que dejar a mi familia y viví en colectividad, pero muy vigilado, lo que me produjo un sentimiento de asfixia, me sentía invadido, e incluso con las mujeres tenía la sensación de que...

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