Conserva Lavista instantes literarios

AutorSilvia Isabel Gámez

Paulina Lavista tiene buena memoria para los números.

Recuerda los teléfonos de todos sus amigos y la fecha en que tomó cada una de sus fotografías.

"Este junio 18 cumplo 69 años, sixty nine, número cabalístico", ríe. "Luego, en los 70, quiero hacer una rumbeada".

Porque en su otra vida, piensa, seguro fue rumbera. Lavista mantiene estos días una actividad constante: amplifica fotografías, hace copias, retoca. Cambia un marco, descarta otro, selecciona.

El miércoles 28 inaugura Desvelos en la Galería X Espacio de Arte, con 17 imágenes de desnudos, y el sábado 31, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, abre la exposición Crónica personal: la vida literaria de México (1968-2000), con 66 fotografías.

Técnica, sabiduría, cultura, todo eso necesita un fotógrafo, afirma, pero también buena suerte. Sus imágenes son "momentos dados", como el día en que vio a Jorge Ibargüengoitia caminando por la calle y lo capturó en una foto que su viuda, Joy Laville, tiene colgada en su recámara.

"A veces, sin que se dieran cuenta, pude hacer algún detalle que revelara al personaje".

Sobre la mesa aparece Juan Rulfo fumando un cigarrillo, Álvaro Mutis con su perro, un primer plano de Carlos Fuentes, un jovencísimo David Huerta, José Luis Martínez en su biblioteca, Jaime Torres Bodet días antes de su suicidio.

Y aquí y allá, Salvador Elizondo, esposo de Lavista por 37 años. "Le gustaba mucho que le tomara fotos, tengo muchísimas".

Ahora muestra a Octavio Paz, a quien le costó años convencer para que posara. Y su imagen más conocida, la que más vende: Jorge Luis Borges en Teotihuacán, captado un 9 de diciembre de 1973. Le avisaron de última hora, sólo tenía 20 pesos para la gasolina y tres placas por tomar.

"Hice tres disparos y uno salió. Ha sido mi foto más celebrada".

Lavista se detiene en su tutor, Ernesto de la Peña, quien fue gran amigo de su padre, el compositor Raúl Lavista. "Me enseñó griego, un poco de latín y me regaló mi primer libro: La divina comedia. Estuvo muy cercano, orientándome sobre la vida. Sus hijos fueron mis primeros modelos y fue quien me impulsó a publicar mi primera foto, en la revista Kena. Tenía yo 17 años".

La mayoría de las imágenes de escritores son instantáneas. "Es una selección de momentos que pude capturar". Son menos los retratos: está Alejandro

Rossi, que le compraba las fotos, y Augusto Monterroso, que se las encargaba para sus libros.

"Uno vive de su archivo, pero pagan muy poco. Yo vendo en subastas hasta...

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