Confrontación AMD-LEA: la otra versión

AutorGraciano Bortoni Urteaga

Ignoro las fuentes que atribuyen a Alfonso Martínez Domínguez haber promovido en 1971 reuniones de políticos resentidos para discutir el eventual derrocamiento del Presidente Luis Echeverría. Sin embargo, como testigo y como protagonista de tales hechos, afirmo categóricamente que tal afirmación es falsa.

A continuación paso a narrar los hechos de aquella época, tal como ocurrieron: El rompimiento de Echeverría con el Presidente Gustavo Díaz Ordaz surge cuando el entonces candidato a la Presidencia, en uno de los actos de su campaña por Michoacán, pide un minuto de silencio por los jóvenes caídos en la matanza del 2 de octubre, durante su visita a la Universidad Nicolaíta.

Tal hecho irritó tanto a Díaz Ordaz, que llegó a pensar en "infartarlo" para sustituirlo por otro, pues los actos de Echeverría en campaña ya daban visos de un viraje hacia la izquierda, inconveniente para la estabilidad del sistema político mexicano, orgullo y ejemplo en aquellos tiempos en toda América Latina.

El hecho fue conocido por Echeverría, pero supo guardar su rencor en su archivo mental, para cobrarse agravios cuando llegara a la Presidencia de la República.

Concluida la campaña política, durante un almuerzo ofrecido a sus colaboradores, Echeverría colma de elogios a Martínez Domínguez por su "talento, patriotismo y capacidad de organización y convocatoria política".

Como el Presidente electo les había pedido saludarlos personalmente a la hora de despedirse, tocó el turno al General Marcelino García Barragán, quien le dijo:

"Qué bueno que hablaste así de Alfonso, pues te iban a infartar, pero él tranquilizó a Díaz Ordaz y no ocurrió así".

Cuando Echeverría asume la Presidencia y designa a Martínez Domínguez Regente de la Ciudad de México, pronto éste provoca los celos políticos del Presidente.

Su despacho está siempre atiborrado de gente, sus declaraciones ocupan las primeras páginas de los diarios capitalinos y su dinamismo es pronto el pretexto que necesitaba su jefe, un mesiánico, para eliminar toda competencia.

Una tarde de mayo de 1971 va de cacería a mi rancho "Las Margaritas", en Zaragoza, Coahuila, el Gral. Ernesto Serna Villarreal, oriundo de La Popa, de Mina, N.L., colaborador cercano del doctor Ignacio Morones Prieto en la Secretaría de Salubridad y Asistencia y con relaciones estrechas con miembros del Estado Mayor Presidencial.

"Le voy a comentar un asunto muy delicado -dijo aquella tarde, en medio de la soledad del campo-; existen versiones dignas...

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