Confronta la megatorre patrimonio y rentabilidad

AutorFernanda Canales

El proyecto de la Torre Bicentenario, el rascacielos de 300 metros de altura firmado por el holandés Rem Koolhaas y previsto para construirse en la zona residencial de las Lomas de Chapultepec en un terreno ocupado por uno de los edificios más valiosos de la arquitectura moderna en México, simboliza la incompatibilidad de las relaciones entre desarrollo y conservación. La noticia sobre la posible demolición del Súper Servicio Lomas diseñado por Vladimir Kaspé en 1948 desató el debate sobre la preservación en una ciudad que busca ponerse al día, pero que carece de planeación urbana. La discusión supone la difícil alianza entre patrimonio y rentabilidad, y sobre todo evidencia lo frágil de toda la arquitectura mexicana del siglo 20, pendiente de mecanismos de supervivencia (sólo Ciudad Universitaria y la Casa Barragán se encuentran realmente protegidas, al ser Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO).

El edificio de Kaspé en Pedregal 24 representó la creación de un nuevo tratamiento para una nueva tipología, al integrar una gasolinera, locales comerciales, oficinas, taller de autos y un restaurante con pista de baile y vistas hacia el bosque. Es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura pensada en sintonía con el coche y uno de los incontables edificios cuyo deterioro los ha vuelto insignificantes. Las construcciones célebres del siglo 20, con suerte catalogadas por el INBA como monumentos de valor artístico, carecen de una declaratoria oficial que las proteja, y lo que es más importante, carecen de mecanismos que las conviertan no en monumentos sino en una parte viva -y productiva- de la Ciudad. La mayoría de las obras más relevantes de la modernidad en México que aún sobreviven, realizadas por arquitectos como Juan O'Gorman, Mario Pani, José Villagrán, Enrique del Moral, Augusto H. Álvarez, entre otros, se encuentra mal documentada y peor conservada. Incluso de los más famosos y defendidos desde el exterior, como Luis Barragán y Félix Candela, pueden hallarse en años recientes tanto modificaciones como demoliciones, sin contar con los continuos atentados al entorno que las dejan incompletas.

A medio camino entre el impulso creativo y el destructivo, el proyecto de la megatorre prevista para inaugurarse en el 2010, ha convulsionado a arquitectos, vecinos, políticos y pilotos. Con denuncias improvisadas y defensas ensayadas, la opinión pública y los promotores del proyecto se baten en el suelo resbaladizo que caracteriza las discusiones fugaces sobre las acciones permanentes para la Ciudad. La visión miope marcada por...

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