El conflicto sin confines

AutorAlessandro Baricco

Sepárese el concepto de guerra del concepto de confín y se descubrirá cada vez más un sustantivo que poco a poco significa menos, quizá nada.

¿Han existido alguna vez las guerras sin confines? Cuando dos enemigos dados carecen de la posibilidad de tener un confín en común donde aniquilarse, habrán de buscarlo: Vietnam, por ejemplo.

Pero, ¿dónde están los confines de esta guerra, dónde la vanguardia, dónde se ubica el enemigo? El hecho de que no haya una respuesta cierta da qué pensar: es una anomalía que deja enseñanzas. Me gustaría simplificarlo: cuando desaparece la idea de confín, desaparece la idea de un enemigo distinto de ti.

Si no existe un confín entre él y tú, te conviertes en lo mismo de algún modo. El enemigo está dentro de ti, psicológicamente, te vuelves uno solo. Es una perspectiva aterradora.

De hecho, no obstante la patente ausencia de confines, en esta guerra todo el planeta está cediendo al instinto de buscarlos: se comenzó por identificar a Osama bin Laden como el enemigo, pero debido a que el terrorismo y su estatuto nómada no ofrecen confines estables, se va en su busca trazando una línea imaginaria entre el mundo islámico y el mundo occidental que constituirían un espléndido confín si no fuese porque, ni más ni menos, es imaginario: es una línea que separa dos civilizaciones, de acuerdo, pero que hace agua por todas partes y de ningún modo es uniforme, un frente de guerra lineal.

Así, muy graciosamente, se termina por separar Afganistán respecto de Pakistán con la esperanza de hallar al menos allí la nitidez de un confín, la agudeza de un estado claramente enemigo, la vieja y confortante realidad de fronteras a las que atacar o, más allá de éstas, algún blanco que bombardear.

Se observa tal región porque los indicios llevan allí, pero también porque en esa región deseamos encontrar la guerra como la conocemos, como habíamos aprendido a combatirla, como la podemos soportar.

La alternativa, la que está de por medio ahora, es vertiginosamente aterradora: no hay confines, el enemigo no está ante nosotros, sino dentro. Es una alternativa que, con toda razón, rechazamos examinar: implica una paradoja. Y es que, en términos lógicos, tal alternativa designa la posibilidad más verosímil.

Trataré de explicarlo. Será una observación trivial, pero si ahora se piensa en los años de la Segunda Guerra Mundial y se recuerdan los diversos combates entre Occidente y el imperio del mal en turno, no puede dejar de advertirse cómo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR