Conaculta: Un balance final

AutorJaime Reyes Rodríguez

Ante el fin de sexenio, la consecuente renovación de puestos públicos y la redefinición de objetivos institucionales, algunos críticos y ensayistas entrevistados por El Ángel califican la labor de Conaculta en este periodo.

Para la próxima administración, los entrevistados proponen un cambio en el enfoque para definir objetivos y prioridades, más participación de la comunidad cultural, así como mayor coordinación y difusión de actividades.

La principal contribución del foxismo a los proyectos culturales está en la intención de hacer llegar los servicios culturales a todos los ciudadanos, dice el poeta Julián Herbert.

"Lo que debería eliminarse es la ingenuidad, un discurso no garantiza una práctica; y también la sordera, monologar menospreciando la crítica conduce inevitablemente al fracaso", agrega.

Para el ensayista Armando González Torres, más que puntos concretos, es importante realizar un cambio de enfoque en la definición de los objetivos y prioridades de una política cultural.

"Es importante la participación de los grupos de la comunidad cultural en la definición de prioridades; sin embargo, cuando una política cultural busca legitimarse únicamente con la aquiescencia de los gremios artísticos, corre el peligro de enfocar su gestión en torno a las demandas de grupos de presión más poderosos y perpetuar el paternalismo que ha caracterizado durante mucho tiempo la relación de muchos intelectuales con el Estado", dice.

Según González Torres, la política cultural debe guiarse no sólo por demandas gremiales sino también por necesidades y carencias, muchas veces inexpresadas, que sufren grupos de población sin capacidad de articular siquiera estas demandas.

"De ahí la importancia de diseñar políticas culturales de Estado -con el apoyo de instrumentos como encuestas de consumo cultural, inventarios de infraestructura, investigaciones sobre economía de la cultura, etcétera-, que tengan un objetivo más amplio que contentar o contener a la crítica intelectual durante un sexenio", explica.

Carlos Aranda Márquez, crítico de arte y ensayista, opina que debe intentarse hacer un trabajo serio y comprometido con el País, que no se deje llevar por marcar un sello en el sexenio, ya que a la larga será tomado en cuenta como una verdadera aportación al desarrollo de la política cultural.

"Como lo fue en su momento el proyecto vasconcelista, del cual aún mantenemos varias líneas de continuidad", dice.

El desempeño del consejo

Los intelectuales entrevistados señalan aquello que faltó por concretar durante el presente sexenio en materia de cultura.

Armando González Torres: En lo general, faltó consolidar un entramado legal e institucional que contribuyera a que la política cultural no sólo coadyuve al desarrollo rutinario de ciertas actividades artísticas, sino que desarrolle de manera integral y con una visión de largo alcance su función social.

En lo particular, veo diversos pendientes, como los vacíos legales y operativos que contribuyen a la erosión o mal uso del patrimonio arqueológico y artístico; la incapacidad de proyectar y fortalecer la oferta cultural de los medios masivos del Estado y la falta de consolidación de las actividades fundamentales de educación artística y creación de nuevos públicos.

Teresa del Conde: La gente no está de acuerdo con la nueva biblioteca, debido...

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